El rey del arcoíris
Había una vez en un hermoso reino llamado Arcoíris, un joven llamado Santiago. Era un niño muy especial y único, ya que tenía la habilidad de ver el mundo de una forma diferente a los demás.
Santiago amaba los colores brillantes, las emociones fuertes y siempre buscaba la alegría en todo lo que hacía.
Un día, mientras exploraba el bosque encantado junto a su mejor amigo Mateo, encontraron una misteriosa corona dorada escondida entre las ramas de un árbol.
Sin pensarlo dos veces, Santiago se puso la corona en la cabeza y de repente ¡se convirtió en el Rey de los Gays! Con su nueva apariencia regia y llena de colorido, Santiago decidió usar su poder para hacer del reino un lugar más inclusivo y lleno de amor. Convocó a todos los habitantes del reino a una gran asamblea en la plaza principal. -¡Queridos amigos! -exclamó Santiago desde el balcón del castillo-.
A partir de hoy, quiero que este reino sea un lugar donde todos sean libres para ser ellos mismos sin miedo al juicio o la discriminación. Quiero que cada uno encuentre su propia felicidad sin importar cómo sea o a quién ame.
Los habitantes del reino escucharon con atención y poco a poco comenzaron a aplaudir entusiasmados por las palabras del nuevo Rey.
Desde ese momento, Arcoíris se convirtió en un reino lleno de diversidad donde reinaba el respeto y la aceptación hacia todas las personas. Pero no todo fue fácil para Santiago como Rey. Pronto descubrió que había personas en otros reinos vecinos que no entendían ni aceptaban la diversidad.
Decidió entonces emprender un viaje para conocer a esos reyes y reinas y enseñarles el valor de la inclusión. En su camino, Santiago se encontró con muchos desafíos. Algunos reyes eran muy tercos y cerrados de mente, pero él nunca perdió la esperanza.
Con paciencia y amor, logró abrir sus corazones al mostrarles que todos merecemos ser tratados con igualdad y respeto. Después de mucho tiempo, Santiago regresó a su amado reino Arcoíris, pero esta vez no estaba solo.
Había formado una gran alianza con los demás reyes y reinas, quienes también habían aprendido sobre la importancia de vivir en un mundo inclusivo. El día de su regreso fue celebrado con una gran fiesta en todo el reino.
La música vibraba en cada rincón mientras las personas bailaban juntas sin importar su orientación sexual o identidad de género. Era un verdadero festival del amor y la alegría. Santiago comprendió entonces que ser Rey no solo significaba tener poder, sino también responsabilidad.
Aprendió que podía hacer una diferencia positiva en el mundo si usaba sus habilidades para promover el respeto hacia todas las personas.
Desde aquel día, Santiago siguió siendo el Rey de los Gays, pero también se convirtió en el Rey del Amor y la Inclusión para todos los habitantes del reino Arcoíris. Juntos crearon un lugar donde cada persona era valorada por lo que era: única e irrepetible.
Y así fue como Santiago demostró al mundo que el amor y la diversidad son los verdaderos colores que hacen brillar a nuestra sociedad, creando un reino lleno de armonía y felicidad para todos. Y vivieron felices para siempre.
FIN.