El Rey Ezequiel y su Jardín de Emociones
Había una vez un rey llamado Ezequiel que vivía en un reino lleno de plantas y flores hermosas. Sin embargo, Ezequiel sentía que algo no estaba bien. Un día, mientras paseaba por su jardín, notó que algunas flores comenzaban a marchitarse.
"¿Qué les pasa a mis queridas flores?" - preguntó Ezequiel, preocupado. Las flores, en su lenguaje especial, respondieron:
"Nos estamos marchitando porque tú, rey Ezequiel, te sientes triste. Tu tristeza nos afecta a todas nosotras."
Ezequiel se sentó en una piedra del jardín, sintiéndose abrumado. Había estado sintiendo una tristeza profunda desde que no podía salir a jugar con los niños del reino, ya que a veces se sentía muy cansado.
Un día, mientras contemplaba sus flores, apareció un pequeño pajarito que voló y se posó a su lado.
"Hola, rey Ezequiel. Soy Pinto, el pajarito feliz. ¿Por qué estás tan triste?"
"Oh, Pinto, me siento cansado y mis flores están marchitándose. No puedo jugar como antes, y me preocupa mucho."
Pinto sacudió las plumas y le dijo:
"Es normal sentirte así a veces. Pero, ¿qué pasaría si intentáramos darle vida a tus emociones?
Ezequiel lo miró con curiosidad.
"¿Cómo hacemos eso?"
"Podemos empezar por hablar sobre lo que sientes. ¿Qué te pone feliz?"
"Me gusta escuchar música, contar historias a los niños y jugar con ellos. Pero ahora no puedo..."
Pinto aplaudió con alegría.
"Entonces hagamos una fiesta de música y cuentos en el jardín. Invitemos a todos los niños del reino. La alegría llenará el aire y también tus flores."
Ezequiel sonrió por primera vez en días. Se llenó de energía y, aunque aún se sentía cansado, comenzó a planear la fiesta. Llamó a todos los niños del reino, decoró el jardín con cintas de colores y preparó deliciosos bocadillos con la ayuda de sus sirvientes.
El día de la fiesta, los niños llegaron corriendo y llenaron el jardín con risas y alegría.
"¡Ezequiel! ¡Ezequiel!" - gritaban mientras danzaban alrededor de él.
A medida que la música sonaba, el rey comenzó a olvidar su tristeza. Contó historias llenas de aventuras y los niños lo escuchaban con atención.
"¡Una vez un valiente caballero luchó contra un dragón!" - narró Ezequiel emocionado.
Pinto también se sumó a la fiesta, realizando alegres vuelos alrededor de los niños, y todos juntos comenzaron a cantar.
"¡La felicidad es como el viento, mueve nuestras alas!"
Al mismo tiempo, algo mágico sucedió en su jardín: las flores comenzaron a abrirse, llenándose de colores vibrantes.
Cuando la fiesta llegó a su fin, Ezequiel se sentía más ligero y feliz.
"Gracias, Pinto. Hoy, junto a todos los niños, descubrí que compartir mis emociones me ayuda a sentirme mejor."
Pinto sonrió y le dijo:
"Así es, rey Ezequiel. A veces, compartir cómo nos sentimos es lo mejor que podemos hacer."
Desde ese día, Ezequiel aprendió a hablar sobre sus emociones. Aunque algunos días todavía se sentía un poco triste, siempre buscaba la manera de compartir su alegría con los demás, encontrando en la comunidad la fuerza para levantarse. Y así, las flores de su jardín nunca volvieron a marchitarse.
Fin.
FIN.