El rey Nabucodonosor y las lecciones de humildad




Había una vez un rey llamado Nabucodonosor, que era muy poderoso y gobernaba un gran reino. A pesar de su poder, el rey era muy arrogante y creía que era el más importante de todos. Un día, el rey tomó una decisión muy orgullosa: construir una estatua gigante de oro y ordenar a todas las personas que se postraran y adoraran la estatua cuando escucharan el sonido de trompetas, flautas y otros instrumentos.

"¡Todos deberán adorar mi estatua, porque soy el rey más grande y poderoso!"- proclamó Nabucodonosor.

La gente tenía miedo del rey, así que cuando sonaban los instrumentos, todos se postraban y adoraban la estatua, excepto tres amigos llamados Sadrac, Mesac y Abed-nego. El rey se enojó mucho al enterarse de que ellos no lo obedecían.

"¿Cómo se atreven a desobedecerme?"- gritó Nabucodonosor furioso.

Los tres amigos explicaron valientemente que no adorarían ninguna estatua, ya que solo adoraban a Dios. El rey se enfureció tanto que ordenó que los amigos fueran arrojados a un horno de fuego ardiente.

Pero algo increíble sucedió: cuando los amigos estaban en el horno, el rey vio a cuatro personas en lugar de tres, y todos estaban caminando en medio del fuego, sin quemarse. Al ver esto, el rey Nabucodonosor quedó sorprendido y llamó a los amigos para que salieran del horno sin ningún daño. El rey reconoció que Dios era más poderoso que él, y aprendió una gran lección de humildad.

"Ahora entiendo que hay un Dios todopoderoso que merece toda nuestra adoración. Me equivoqué al querer ser el más importante. A partir de hoy, seré más humilde y respetaré a todos"- anunció el rey.

Desde ese día, Nabucodonosor cambió su actitud arrogante y aprendió a tratar a los demás con respeto y humildad. Y los tres amigos, Sadrac, Mesac y Abed-nego, se convirtieron en ejemplo de valentía y fidelidad a Dios. La moraleja de esta historia es que la humildad y el respeto hacia los demás son cualidades muy valiosas, porque nos ayudan a ser mejores personas y a vivir en armonía con los demás. Así, como el rey Nabucodonosor, todos podemos aprender a ser más humildes y respetuosos en nuestras acciones diarias.

FIN.

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