El rey redimido



Había una vez un rey llamado Herodes que gobernaba sobre un hermoso reino. Sin embargo, a pesar de su posición de poder, Herodes era conocido por ser muy egoísta y cruel con su pueblo.

Un día, en medio del bullicio del mercado, apareció una mujer misteriosa vestida con un largo manto negro. Se acercó al rey y le dijo: "Herodes, has abusado de tu poder y has causado mucho sufrimiento.

Si no cambias tus malos hábitos, te espera una desgracia". Herodes se rió y respondió: "¡Bah! No tengo tiempo para las palabras de una simple mujer. Soy el rey y puedo hacer lo que quiera". Pero la mujer no se dio por vencida.

Sabía que tenía que hacer algo para abrir los ojos del cruel rey. Entonces ideó un plan junto a los zelotes, escribas y saduceos del lugar.

Al día siguiente, mientras Herodes disfrutaba de una lujosa cena en su palacio, la mujer misteriosa apareció nuevamente frente a él. Esta vez estaba acompañada por varios hombres vestidos como soldados romanos. "Rey Herodes", dijo la mujer con voz firme-. "He traído a estos hombres para llevarte ante el emperador romano.

Ellos son testigos de tus actos crueles hacia tu propio pueblo". Herodes se puso pálido al darse cuenta de que había sido engañado. Intentó escapar corriendo pero fue atrapado por los hombres disfrazados. "¡No puede ser!"- gritó el rey-.

"¿Cómo pudieron engañarme así?"La mujer se acercó a él y le dijo: "Herodes, te engañamos porque queríamos mostrarte que no puedes abusar de tu poder impunemente. Tus acciones tienen consecuencias".

El rey se dio cuenta de su error y sintió un profundo remordimiento en su corazón. Prometió cambiar sus malos hábitos y gobernar con justicia y bondad. A partir de ese día, Herodes trabajó arduamente para mejorar la vida de su pueblo.

Construyó escuelas, hospitales y parques para que todos pudieran disfrutarlos. Escuchaba las necesidades de su gente y tomaba decisiones sabias basadas en el bienestar común.

La mujer misteriosa se convirtió en una consejera cercana del rey, ayudándolo a tomar decisiones justas y recordándole siempre la importancia de la bondad y la empatía. Con el tiempo, el reino prosperó bajo el nuevo liderazgo de Herodes. La gente vivía feliz y orgullosa de tener un buen gobernante.

Y así, gracias a un giro inesperado del destino, el cruel rey Herodes aprendió una valiosa lección sobre los verdaderos valores del poder y la importancia de ser justo con todos los ciudadanos.

FIN.

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