El Rey Sabio y la Decisión del Bosque
En un reino muy lejano, había un rey conocido por su gran sabiduría. Este rey pasaba horas en un hermoso bosque lleno de árboles altos y flores coloridas, donde a menudo se sentaba en un tronco caído para reflexionar. El bosque estaba habitado por muchos animales que lo querían y respetaban, así que un día, decidieron invitar al Rey Sabio a una reunión especial.
Los animales se reunieron en un claro del bosque.
"¡Debemos hablar con el Rey Sabio!" dijo la ardilla.
"Sí, hay algo importante que debemos discutir", agregó el zorro.
"Entonces, vamos a buscarlo", propuso el ciervo.
Mientras tanto, el rey estaba disfrutando del canto de los pájaros cuando sintió la llegada de sus amigos del bosque.
"¡Oh, qué alegría verlos!" exclamó el rey.
"Su Majestad, hemos venido porque tenemos un problema en el bosque", dijo el buitre, agitando sus alas.
"El arroyo que abastece de agua a todos los animales se está secando, y los árboles comienzan a caerse. Necesitamos su ayuda para solucionarlo."
El Rey Sabio escuchó con atención y miró a su alrededor, contemplando la belleza del lugar y sintiendo la preocupación de los animales.
"Entiendo. Debemos encontrar la causa de este problema. Permítanme investigar un poco más", respondió el rey mientras se levantaba.
Con el grupo de animales a su lado, el rey recorrió el bosque. A medida que caminaban, comenzaron a ver cosas extrañas: basura en el arroyo, ramas caídas y animales inquietos.
"¿Por qué hay tanta basura aquí?" preguntó el rey a la tortuga que pasaba.
"Los humanos están olvidando cuidar de la naturaleza. A veces, vienen y dejan cosas tiradas", contestó.
El Rey Sabio sintió una punzada en el corazón.
"Debemos hacer algo. No solo por nosotros, sino por toda la naturaleza", dijo.
"Pero, ¿qué podemos hacer?" preguntó el zorro.
"Podemos hablar con los humanos", sugirió el ciervo. "Ellos deben saber lo que está sucediendo."
Los animales acordaron que el rey debería hacer una visita a la aldea cercana. Al llegar, se encontraron con algunos humanos. El rey se presentó.
"Soy el Rey Sabio y vengo a hablarles del bosque. Está sufriendo y los animales necesitan su ayuda."
Los humanos se miraron entre sí, confundidos. Uno de ellos, un joven llamado Lucas, se acercó.
"No sabíamos que estaba pasando eso. A veces, tiramos cosas sin pensarlo."
El rey sonrió.
"Cada pequeño gesto cuenta. Si todos nos comprometemos a cuidar el bosque, podemos hacer una gran diferencia."
Lucas se iluminó con la idea.
"¡Organizaremos una limpieza del bosque! Convenceré a los demás en el pueblo."
El Rey y los animales volvieron al bosque emocionados.
"¡Haremos un gran esfuerzo juntos!" gritó el rey.
"Podemos colocar carteles para que todos sepan cómo cuidar el bosque", sugirió la ardilla.
A la semana siguiente, el pueblo se unió al bosque para limpiar la basura. Todos estaban felices, riendo y levantando objetos que no deberían haber estado allí. El arroyo comenzó a recuperar su caudal, las flores florecieron y los árboles se sintieron revitalizados.
Al finalizar el día, el Rey Sabio se sentó con los animales al borde del arroyo.
"Miren lo que logramos juntos. Cada acción cuenta, y juntos somos fuertes."
"¡Gracias, Rey Sabio! Sin vos, no hubiéramos podido hacerlo", dijo el buitre muy contento.
"Pero yo no lo hice sólo. La sabiduría está en cómo trabajamos todos juntos. Nunca subestimen el poder de la colaboración", concluyó el rey.
De esa manera, el bosque prosperó y el vínculo entre los humanos y los animales se hizo más fuerte. Y aunque había desafíos por delante, la idea de cuidar de la naturaleza permaneció en los corazones de todos, recordándoles siempre que, juntos, podían marcar la diferencia.
El Rey Sabio volvió a ser parte de cada reunión de animales, aprendiendo siempre algo nuevo sobre los cuidados que el bosque necesitaba. Y así, los días pasaron en armonía, unidos por un mismo deseo: proteger su hogar y vivir en equilibrio con la naturaleza.
FIN.