El rey y la belleza interior


El rey, al escuchar las palabras de la reina, se sintió muy ofendido y enfadado. No podía aceptar que hubiera alguien más guapo que él en todo el reino.

Decidió entonces convocar a todos los habitantes del lugar y les ordenó que buscaran a esa persona más bella. Los ciudadanos del reino empezaron a buscar por todas partes, pero no encontraban a nadie que pudiera superar la belleza del rey.

Hasta que un día, mientras caminaba por el bosque, un joven llamado Martín encontró una flor preciosa y decidió llevársela al rey para demostrarle que había encontrado algo más bello.

Cuando Martín llegó al castillo y mostró la flor al rey, este se burló de él y dijo: "¿Crees acaso que esta simple flor puede ser más hermosa que yo? ¡Ja! Estás equivocado". Pero Martín no se rindió y le respondió: "Señor, la belleza está en todas partes, solo hay que aprender a apreciarla".

El rey quedó intrigado con las palabras de Martín y decidió darle una oportunidad. Le pidió al joven que lo llevara al lugar donde había encontrado la flor.

Juntos caminaron por el bosque hasta llegar a un prado lleno de flores multicolores. El sol brillaba sobre ellas creando un espectáculo deslumbrante. El rey quedó maravillado ante tanta belleza natural y comprendió lo equivocado que había estado todo ese tiempo pensando solo en sí mismo.

A partir de ese día, el rey cambió su actitud egocéntrica y aprendió a valorar la belleza que lo rodeaba. Comenzó a preocuparse por su reino, a ayudar a los más necesitados y a escuchar las opiniones de los demás.

El rey se dio cuenta de que la verdadera belleza no está en el aspecto físico, sino en las acciones y actitudes de las personas. Aprendió que ser amable, generoso y respetuoso con los demás es lo que realmente importa.

Desde entonces, el rey vivió feliz y en armonía con su pueblo. Nunca volvió a preguntarle al espejo mágico si había alguien más guapo que él, pues ya no le importaba ser el más bello del reino.

Y así termina nuestra historia, recordándonos que la verdadera belleza está en nuestro interior y se refleja en nuestras acciones hacia los demás. No debemos obsesionarnos con nuestra apariencia física, sino cultivar valores como la bondad y el respeto.

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