El Rey y la Sulamita
Había una vez, en un reino lejano, un rey llamado Emiliano. Era un rey justo y querido por su pueblo, pero había algo que lo hacía sentir triste: estaba solo. Aunque tenía riquezas y un vasto palacio, su corazón anhelaba un amor sincero. Un día, mientras paseaba por los jardines del castillo, vio a una hermosa sulamita llamada Sofía.
La sulamita era conocida en todo el reino por su amabilidad y su amor por la naturaleza. Cultivaba flores que llenaban de color los campos y alegraban la vida de todos a su alrededor. Cuando el rey Emiliano la vio por primera vez, su corazón dio un salto.
"-¡Bella sulamita!", exclamó el rey. "¿Podrías enseñarme a cuidar de tus flores? Son un regalo de la naturaleza, y me gustaría aprender de ti."
Sofía, sorprendida pero emocionada, aceptó. "-Por supuesto, mi rey. La naturaleza nos enseña mucho si estamos dispuestos a escuchar."
Cada día, el rey visitaba a Sofía en su campo. Juntos, aprendían sobre las flores, el cuidado de los árboles y las aves que venían a cantar. Con el tiempo, la amistad entre el rey y la sulamita floreció como las plantas que cuidaban juntos. El rey se dio cuenta de que ya no se sentía solo; Sofía llenaba su vida de alegría y colores.
Sin embargo, el consejo del rey le advirtió sobre su creciente amistad. "-Su majestad, no es apropiado que un rey se mezcle con una sulamita. Debe elegir a una reina de la nobleza."
Emiliano se sintió presionado por la opinión de su consejo, pero su corazón no podía ignorar lo que sentía por Sofía. Decidió hablar con ella. "-Sofía, he comenzado a sentir algo especial por ti, pero me dicen que no es correcto."
Sofía, con una sabia sonrisa, respondió: "-El amor no entiende de títulos ni riquezas, querido rey. El verdadero amor se basa en el respeto y la conexión entre dos almas."
Con esas palabras en mente, Emiliano se armó de valor y decidió desafiar las normas del reino. Convocó a su consejo y dijo: "-He tomado una decisión. Sofía es la persona que quiero a mi lado, no importa su origen. La verdadera realeza se encuentra en el corazón."
El consejo quedó en silencio, pero uno de los nobles se atrevió a preguntar: "-¿Y si la gente no acepta a la sulamita como su reina?"
El rey pensó en sus súbditos y entendió que debía ganar su amor también. Entonces organizó un gran festival en el que Sofía podría mostrar su sabiduría sobre la naturaleza. La sulamita comenzó a dar talleres sobre el cuidado de las plantas, la importancia del medio ambiente y cómo todos podían contribuir a embellecer el reino.
Los habitantes del reino, que alguna vez miraron con escepticismo a la sulamita, comenzaron a apreciar su bondad y su amor por la naturaleza. Se unieron a ella en sus talleres, plantando árboles y creando hermosos jardines por todo el reino.
Cuando el festival llegó a su fin, Emiliano volvió a hablar con su pueblo. "-¡Queridos amigos! He decidido que quiero que Sofía no solo sea la mujer que amo, sino también nuestra reina. Juntos, haremos de este reino un lugar lleno de amor y verde."
Aplausos resonaron en la plaza mientras la gente aceptaba a Sofía como su reina. En ese momento, Emiliano supo que había tomado la decisión correcta. El amor que sentía por Sofía había cambiado el reino, llenándolo de alegría y esperanza.
Desde entonces, el rey y la sulamita gobernaron con sabiduría, recordándole a todos que el amor verdadero no conoce barreras y que la bondad es el mejor camino hacia la felicidad. Y así, vivieron felices, rodeados de flores y de la alegría de su pueblo, creando juntos un legado inspirador para las futuras generaciones.
FIN.