El Rincón de las Rimas



En un pequeño pueblo llamado Rincón Del Río, había un jardín mágico donde florecían las más raras y radiantes flores. Los niños del pueblo solían correr y jugar entre los colores brillantes, pero había una flor en especial que siempre estaba cerrada: la Flor Rítmica.

Un buen día, Ramiro, un niño curioso, decidió que era hora de descubrir por qué la Flor Rítmica no se abría. "¿Por qué no brillas como las demás?"-, preguntó Ramiro, acercándose a la flor.

"Yo brillaré cuando alguien me cuente una historia con rimas"-, susurró la flor con una vocecita suave.

Ramiro se quedó sorprendido. Nunca había imaginado que una flor pudiera hablar. "¡Pero no sé contar historias con rimas!"-, exclamó, sintiendo un poco de rabia en su pecho.

Decidido a ayudar, Ramiro reunió a sus amigos: Rosa, Ricardito y Renata. "Chicos, tenemos que ayudar a la Flor Rítmica a abrirse. ¡Debemos contarle una historia con rimas!"-

Rosa dijo entusiasmada: "¡Yo tengo una idea!"-. Pero Ricardito interrumpió: "No, no, mejor empecemos de nuevo y hagamos algo desde el principio."-

Renata, pensativa, sugirió: "¿Y si juntamos nuestras ideas y creamos una historia juntos?"-

Así que se sentaron en círculo en el jardín y comenzaron a hablar sobre lo que les gustaba. Cada uno aportaba una frase en rima, aunque al principio no les salía muy bien.

"Un ratón que corre sin parar, buscando un queso en su hogar"-, decía Ramiro.

"Una rana que quiere cantar, pero se siente muy timida en el lugar"-, sumó Rosa.

"Un río que quiere fluir, rápidamente por aquí y por allí"-, añadió Renata.

"Y un loro, muy divertido y veraz, que siempre quiere contar más y más"-, terminó Ricardito.

Tras muchas risas y errores, lograron ensamblar una historia divertida sobre un ratón que buscaba queso, una rana jardín que deseaba cantar, un río veloz y un loro parlanchín. Cantaron su historia en voz alta, con risas y emoción.

Misteriosamente, mientras lo hacían, la Flor Rítmica comenzó a moverse. Pronto, quedó totalmente abierta, revelando sus pétalos que brillaban como estrellas.

La flor, agradecida, dijo: "¡Gracias! Su historia llena de rimas me ha hecho brillar. Ahora todos pueden ver mi belleza, ¡y también quieren escuchar tu historia!"-

Contentos, los niños decidieron cuidar de la Flor Rítmica y de su jardín mágico, creando historias nuevas cada día. Así, el Rincón Del Río se convirtió en un lugar de alegría y creatividad, donde la imaginación de los niños florecía como las flores en su jardín.

Y así, Ramiro y sus amigos aprendieron que contar historias juntos es más divertido y valioso que hacerlo solos, y que la magia puede surgir cuando compartimos nuestra creatividad. Desde entonces, nunca dejaron de contar historias llenas de rimas, creando un rincón especial en sus corazones.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

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