El Rincón de los Sentires
En un pequeño y colorido colegio llamado "El Arco Iris", había un rincón especial conocido como el Rincón de los Sentires. Este rincón era un lugar donde los chicos podían expresar sus emociones y aprender sobre valores. Pero había un problema: los estudiantes no sabían cómo usarlo. Un día, un grupo de amigos, Sofía, Lucas y Mateo, decidieron aventurarse a descubrir los secretos del Rincón.
"¡Che, chicos! Miren ese lugar!" dijo Sofía mientras señalaba un rincón lleno de almohadones y libros.
"¿Qué tiene de especial?" preguntó Lucas, algo escéptico.
"Escuché que aquí se pueden compartir nuestras emociones y aprender a ser mejores personas" respondió Mateo, con una chispa de curiosidad en sus ojos.
Intrigados, se sentaron y empezaron a explorar. Encontraron un libro titulado ‘Las Emociones y Yo’.
"Miren, habla sobre la tristeza y la felicidad" comentó Sofía mientras pasaba las páginas.
"A veces me siento triste cuando no entiendo algo en clase" confesó Lucas, un poco avergonzado.
"Y a mí me pasa lo mismo, pero no sabía que era normal" añadió Mateo, sintiéndose aliviado.
Decidieron abrir una pequeña caja en el rincón que tenía papeles de colores.
"¿Qué haremos con esto?" preguntó Mateo, mirando curioso.
"Podemos escribir nuestras emociones y compartirlas con los demás" sugirió Sofía.
"¡Buena idea!" exclamó Lucas.
Cada uno tomó una hoja. Sofía escribió sobre la alegría de jugar al fútbol, Lucas sobre la tristeza de perder un partido, y Mateo se animó a escribir sobre su miedo a hablar en público. Al leer sus escritos, se dieron cuenta de que todos tenían emociones similares.
"Tal vez no estamos tan solos en esto" dijo Lucas, sonriendo.
"¡Exacto! Y podríamos ayudar a otros a compartir sus emociones también" agregó Mateo, emocionado.
Sin embargo, había un giro en la historia: el día siguiente, un nuevo chico llamado Tomás llegó al colegio. Era tímido y no se animaba a hablar con los demás. Sofía, Lucas y Mateo decidieron invitarlo al Rincón de los Sentires.
"¡Hola! Soy Sofía, y estos son Lucas y Mateo. ¿Te gustaría venir con nosotros a un lugar especial?" le preguntó Sofía.
"No sé... no tengo muchas ganas" murmuró Tomás, con la mirada baja.
"Te prometemos que es divertido y podemos compartir lo que sentimos" insistió Mateo, tratando de animarlo.
"Y no te preocupes, aquí todos son bienvenidos" añadió Lucas.
Finalmente, Tomás aceptó. Al llegar al Rincón, se sintió un poco fuera de lugar, pero al escuchar a los chicos compartir sus historias, comenzó a relajarse.
"Esto de escribir sobre lo que siento no se siente tan raro" comentó Tomás, mientras miraba los papeles de colores.
"¡Claro que no! Y después, podemos hablar sobre ello juntos" contestó Sofía.
Con el tiempo, Tomás se atrevió a compartir sus propias emociones. Fue un gran descubrimiento para él y para sus nuevos amigos, quienes lo apoyaron cada paso del camino.
El Rincón de los Sentires se transformó en un lugar lleno de risas, historias y valores. Al final del año, organizaron un gran evento donde cada uno presentó sus emociones a todos en el colegio.
"Hoy vamos a compartir no solo nuestros logros, sino también nuestras emociones y lo que aprendimos" anunció Mateo mientras miraba nervioso al público.
"Nos dimos cuenta que sentir es humano y compartir lo que sentimos nos hace más fuertes" agregó Lucas.
"¡Y que juntos, podemos hacer frente a cualquier cosa!" concluyó Sofía.
Todos los estudiantes aplaudieron, y aquel día se convirtió en una tradición en El Arco Iris. Tomás encontró muchos amigos, y juntos aprendieron que expresar sus emociones y valores no solo era liberador, sino también un acto de valentía y unión.
Desde entonces, el Rincón de los Sentires siguió siendo un lugar mágico donde todos los chicos del colegio podían aprender a escuchar sus corazones y los de los demás.
FIN.