El Rincón de Saanee
En una pequeña ciudad, había un grupo especial de siete amigos que se llamaban Equipo Saanee. Ellos eran un grupo diverso: Manuel, el ciego, siempre fue el alma del equipo; Valentina, una gran contadora de historias; Joaquín, que hacía reír a todos con sus chistes; Rosa, la artista que llenaba todo de colores; Sol, la soñadora; Lucas, el inventor, y finalmente, Alba, la psicóloga que guiaba al grupo.
Todos los viernes, se reunían en su rincón especial del colegio: un aula llena de colores y risas, donde compartían sus aventuras, ideas y sueños.
Un día, la directora, la Sra. Martínez, decidió que ese ambiente ya no sería solo para el Equipo Saanee, sino que también lo compartirían con otro grupo llamado OPE.
"Pero, Sra. Martínez, ¡los viernes son nuestras reuniones!" - protestó Valentina, mientras los demás murmuraban su descontento.
"Lo sé, chicos, pero necesitamos un lugar donde todos puedan reunirse" - respondió la directora, con una sonrisa comprensiva.
Así, el primer viernes sin su rincón llegó y el equipo se sintió abatido. La nueva aula estaba llena de ruido y era muy difícil concentrarse.
"No entiendo por qué tenemos que compartir, solíamos ser únicos!" - dijo Joaquín, haciendo pucheros.
"Pero Manuel no se puede concentrar así…" - agregó Rosa, preocupada por su amigo.
Manuel, sintiendo el desánimo del grupo, habló con calma:
"Chicos, tal vez podríamos encontrar otra forma de reunirnos, un lugar en el que todos podamos compartir nuestros sueños, ¿no creen?"
Lucas, rascándose la cabeza, dijo:
"¿Qué tal si hacemos una búsqueda en el patio del colegio? Siempre hay rincones tranquilos por ahí."
El grupo comenzó a buscar en el patio y encontraron un hermoso árbol que ofrecía sombra.
"¡Este lugar es perfecto!" - exclamó Sol, mientras se acomodaban frente al árbol.
Así que decidieron hacer del árbol su nuevo rincón. Cada viernes, se sentaban juntos, compartían ideas, proyectos y reían a más no poder. En su nuevo espacio, Manuel se sintió aún más incluido, no solo porque definían el ambiente juntos, sino porque el árbol les daba un espacio seguro para expresarse.
Al final de cada reunión, compartían algo especial:
"Hoy, yo voy a contar una historia", decía Valentina, y todos escuchaban con atención.
Un día, la Sra. Martínez pasó por el patio y escuchó el bullicio. Al ver a los chicos tan contentos, se dio cuenta de que a pesar de la difícil situación, habían encontrado su propio espacio. Se acercó:
"¿Chicos, qué está pasando aquí?"
"Sra. Martínez, encontramos un lugar donde somos felices y podemos hablar y reír sin distracciones" - respondió Rosa, señalando el árbol.
La directora sonrió, asombrada.
"Me alegra verlos así. Recuerden que siempre pueden encontrar soluciones juntos."
El equipo se dio cuenta de que, a veces, los cambios pueden parecer difíciles, pero siempre hay una forma de adaptarse y encontrar algo positivo. Juntos, descubrieron que el verdadero valor está en la amistad y el apoyo mutuo.
Así, el Equipo Saanee no solo mantuvo su espíritu, sino que lo fortaleció, recordando que siempre tienen el poder de transformar cualquier espacio en un lugar especial, mientras estén juntos. Y cada viernes, bajo su árbol, celebraban su amistad, su creatividad y, sobre todo, su unidad.
"¡Viva el Equipo Saanee!" - gritó Joaquín un viernes lleno de energía, mientras todos levantaban las manos al cielo.
Y así, el rincón no solo se convirtió en un lugar de encuentro, sino en un símbolo de su capacidad para enfrentar juntos los desafíos y encontrar siempre la diversión en cada aventura.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
FIN.