El río de las flores resplandecientes



Había una vez, en un pequeño pueblo rodeado de montañas y un hermoso río cristalino, vivía una niña llamada Lola. Ella era curiosa y siempre estaba buscando aventuras.

Un día, mientras exploraba cerca del río, encontró unas semillas mágicas. Las semillas eran de color amarillo brillante y tenían poderes especiales: si las plantabas en el suelo cercano al río, crecerían flores amarillas que flotaban sobre el agua.

Lola decidió llevar las semillas a casa y pedirle ayuda a su abuelo para plantarlas cerca del río. El abuelo de Lola era un hombre sabio y amoroso que siempre estaba dispuesto a enseñarle cosas nuevas. Juntos prepararon el suelo y sembraron las semillas con mucho cuidado.

Pasaron los días y Lola visitaba constantemente la planta que había crecido a partir de las semillas mágicas. La planta comenzó a brotar pequeñas hojas verdes y finalmente florecieron hermosas flores amarillas sobre el agua del río.

Un día, mientras Lola observaba las flores flotantes desde la orilla del río, notó algo extraño: algunas de las flores se estaban marchitando. Preocupada por sus flores amarillas, Lola decidió investigar qué les estaba pasando.

Caminó por el bosque hasta llegar al pueblo vecino donde se encontraba una botánica muy famosa llamada Doña Rosa. Doña Rosa tenía un gran conocimiento sobre plantas y animales, así que Lola le pidió ayuda para salvar sus flores amarillas.

Doña Rosa examinó cuidadosamente las flores y le explicó a Lola que el río estaba contaminado. Los químicos y la basura que la gente tiraba al agua estaban afectando la salud de las plantas y los animales que vivían allí.

Lola se sintió triste e indignada. No podía permitir que sus flores amarillas murieran debido a la contaminación del río. Decidió tomar acción y emprender una campaña para concientizar a las personas sobre la importancia de cuidar el medio ambiente.

Lola organizó un evento en su escuela donde invitó a expertos en conservación del medio ambiente para dar charlas educativas. También creó carteles con mensajes impactantes sobre cómo mantener limpio el río y distribuyó volantes en todo el pueblo.

La campaña de Lola fue un éxito, muchas personas comenzaron a cambiar sus hábitos y se comprometieron a no contaminar más el río. Poco a poco, gracias al esfuerzo de Lola y su comunidad, el agua del río comenzó a limpiarse nuevamente.

Un día, mientras Lola observaba las flores amarillas flotando sobre el agua limpia del río, notó algo maravilloso: ¡había más flores que nunca! Las semillas mágicas habían crecido aún más fuertes gracias al amor y cuidado de Lola, su abuelo y toda la comunidad.

Desde ese día, cada vez que alguien visitaba aquel pequeño pueblo rodeado de montañas, se sorprendía al ver las hermosas flores amarillas flotando sobre el río cristalino.

Y todos recordaban con gratitud la valentía y perseverancia de una niña llamada Lola, quien con su amor por la naturaleza y su determinación, logró convertir un río contaminado en un lugar lleno de vida y belleza.

FIN.

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