El Río de los Sueños



Había una vez, en un pequeño pueblo cercano a un gran río, un niño llamado Tato. Tato era un chico curioso y soñador, siempre deseoso de explorar las maravillas de la naturaleza. Le encantaba escuchar a los ancianos del pueblo contar historias sobre el río, que era conocido por su belleza y su misterioso poder.

Un día, mientras caminaba por la orilla del río, Tato se encontró con una tortuga que parecía preocupada. "Hola, tortuguita. ¿Qué te pasa?"- preguntó Tato.

La tortuga, con su voz suave y pausada, respondió: "Hola, Tato. Me llamo Tula. Estoy buscando a mi amigo el pez plateado. Hace días que no aparece y estoy muy preocupada. Ella siempre nada junto a mí y me cuenta historias sobre las maravillas del fondo del río."-

Tato sintió que era su deber ayudar a Tula. "Yo te ayudaré a encontrar a tu amigo. Dime, ¿cómo es el pez plateado?"-

Tula explicó: "Es un pez muy bonito, con escamas que brillan como el sol. Siempre nada rápido y tiene una sonrisa que ilumina el agua."-

Así que Tato y Tula decidieron comenzar su búsqueda. Caminaron a lo largo de la orilla, preguntando a todos los animales que encontraban. Se encontraron con una rana que cantaba. "¿Has visto al pez plateado?"- preguntaron.

La rana, al escuchar la descripción, respondió: "Sí, lo vi nadar más allá de la gran piedra en la curva del río, pero él se veía muy triste. Parece que está perdido."-

Intrigados por esta nueva información, se dirigieron rápidamente hacia la gran piedra. Al llegar, encontraron a un pez plateado que parecía abatido, nadando en círculos. "¡Hola, pez plateado! ¿Por qué estás triste?"- preguntó Tato.

El pez, que se llamaba Pipo, levantó la mirada y explicó: "Me siento solo. Mi hogar se ha llenado de barro debido a la tormenta. Ya no puedo encontrar a mis amigos para jugar y compartir historias."-

Tato sintió empatía por Pipo. "No te preocupes. Juntos podemos reconstruir tu hogar. Tula, ¿qué te parece si hacemos un embalse para que el agua vuelva a ser clara y limpia?"- Tula asintió emocionada. "Sí, eso suena genial. ¡Construyamos un lugar donde todos puedan jugar juntos!"-

Los tres amigos trabajaron arduamente. Juntaron piedras, hojas y ramas. Con la ayuda de otros animales del río, pronto crearon un encantador espacio donde el agua fluyó nuevamente y el sol brilló sobre sus escamas brillantes.

Después de un día de esfuerzo, Pipo fue el primero en ver cómo su hogar resplandecía una vez más. "¡Lo logramos! Gracias, Tato y Tula. Ahora puedo invitar a todos mis amigos a que vengan a jugar aquí!"-

Contentos por su trabajo en equipo, se zambulleron en el agua clara y empezaron a jugar. Desde aquel día, Tato, Tula y Pipo se volvieron los mejores amigos y cada tarde, contaban historias uno al otro bajo el agua, explorando todos los rincones del río.

Y así, el pequeño pueblo aprendió que con la colaboración y la amistad, se puede superar cualquier obstáculo, creando un mundo mejor para todos.

Fin.

FIN.

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