El río limpio
Había una vez, en un pequeño pueblo cerca del río Lurín, tres niños llamados Martina, Lucas y Facundo. Un día decidieron hacer un paseo por el río para disfrutar de la naturaleza y jugar juntos.
Pero cuando llegaron al río Lurín, se quedaron sorprendidos. El agua estaba turbia y cargada de basura. Botellas vacías flotaban a lo largo del río, mientras que bolsas de plástico se enredaban en los arbustos cercanos.
Los niños no podían creer lo que veían y se preguntaron entre ellos: "¿Por qué está tan cochino el río de Lurín? ¿Qué está pasando?"Decidieron investigar el problema y comenzaron a buscar pistas.
Siguiendo las huellas de basura, encontraron un cartel que decía: "Prohibido tirar basura aquí". Martina sugirió ir al pueblo para hablar con alguien que pudiera ayudarlos a entender qué estaba pasando. Llegaron al ayuntamiento y fueron recibidos por el alcalde, Don Ramón.
Le explicaron su preocupación sobre la contaminación del río Lurín y le preguntaron si él sabía quién era responsable. Don Ramón les contó que mucha gente arrojaba su basura en el río sin darse cuenta del daño que causaban a la naturaleza.
Además, mencionó que había personas irresponsables que no respetaban las normas ni cuidaban el medio ambiente. Los niños estaban tristes pero decididos a tomar acción.
Se ofrecieron voluntarios para organizar una campaña educativa sobre la importancia de mantener limpios los espacios naturales como el río Lurín. Con la ayuda del alcalde, Martina, Lucas y Facundo diseñaron afiches coloridos y repartieron volantes en el pueblo.
También organizaron charlas en las escuelas para enseñar a los niños sobre el cuidado del medio ambiente y cómo evitar la contaminación de los ríos. La campaña fue un éxito. La gente comenzó a tomar conciencia de la importancia de mantener limpio el río Lurín y se comprometió a hacer su parte para cuidarlo.
Pronto, el río empezó a verse más limpio, con menos basura flotando en sus aguas. Martina, Lucas y Facundo estaban felices al ver que su esfuerzo había dado resultados.
Ellos aprendieron que cada pequeña acción cuenta y que todos podemos hacer algo para proteger nuestro entorno. A medida que pasaba el tiempo, el río Lurín se convirtió en un lugar hermoso nuevamente.
Los patos volvieron a nadar tranquilos por sus aguas cristalinas y los árboles crecían saludables en sus orillas. Los niños continuaron trabajando juntos para proteger no solo el río Lurín, sino también otros espacios naturales de su querido pueblo. Aprendieron que cuando nos unimos por una causa justa, podemos lograr grandes cambios.
Y así, Martina, Lucas y Facundo demostraron al mundo que incluso los niños pueden marcar la diferencia cuando luchan por lo que creen: un mundo limpio y hermoso donde todos podamos vivir felices.
FIN.