El Rítmico Aprendizaje de Rami



Era un hermoso día en el parque del barrio, el sol brillaba y el viento soplaba suavemente entre los árboles. El Niño Rami estaba muy emocionado porque hoy iba a jugar con su amiga Palmer. Sin embargo, había un pequeño inconveniente: Rami no sabía atarse los zapatos. Cada vez que intentaba, ¡sus zapatos terminaban siempre desatados!

— Rami, ¿por qué no te atás los zapatos? —preguntó Palmer mientras se acercaba con una sonrisa.

— ¡No sé cómo! —respondió Rami con un suspiro y miró sus zapatos como si fueran dos enemigos escurridizos.

Palmer, siempre con su espíritu optimista, tuvo una idea brillante.

— ¡No te preocupes! Te voy a enseñar a atar tus zapatos con una canción. Es fácil y divertido. —dijo emocionada.

Rami alzó las cejas, interesado pero un tanto escéptico.

— ¿Una canción? ¿De verdad funcionará? —preguntó, aún dudoso.

— ¡Sí! Escuchame. —Palmer comenzó a cantar de manera alegre:

🎵 "Cruza los cordones, como si fueran amigos,

Haz un lazo adorable, ¡ya verás qué divinos!

Rueda y aprieta, con un giro chiquito,

¡Y tu zapato será un buen aplicado!" 🎵

Rami rió por la melodía pegajosa y mientras Palmer seguía cantando, le mostró cómo colocar los cordones. Con cada verso, Rami intentaba seguir sus pasos.

— Bien, Rami. Ahora mové tus deditos así y recordá la canción. —dijo Palmer, guiándolo con entusiasmo.

— ¡Cruza los cordones, cruza los cordones! —cantó Rami mientras intentaba imitar los movimientos.

Pero de repente, algo inesperado sucedió. Mientras Rami intentaba hacer el lazo, un pequeño perro que paseaba por allí, llamado Bongo, se acercó y comenzó a jugar con los cordones desatados de Rami.

— ¡Bongo, no! —gritó Rami, riendo, mientras el perro atrapaba un cordón en su hocico.

— ¡Ay, este perrito no nos deja concentrar! Pero mirá, Rami, ahora tenés una motivación extra: atar tus zapatos para protegerlos de Bongo. —dijo Palmer, riendo también.

Rami decidió capitalizar la distracción. Con un nuevo entusiasmo, volvió a intentar atar sus zapatos, esta vez con Bongo jugando a su alrededor.

— ¡Cruza, rueda y aprieta con un giro! —cantó con más energía, recordando las palabras de su amiga.

Y después de varios intentos y con Bongo intentando atrapar el zapato, Rami logró hacer un lazo. Sus ojos se iluminaron.

— ¡Lo hice, Palmer! ¡Lo logré! —gritó emocionado.

— ¡Siii! ¡Sos un genio, Rami! —exclamó Palmer mientras bailaba alrededor.

Pero la felicidad de Rami duró poco, porque en cuanto se dio la vuelta, Bongo se abalanzó nuevamente, tirando de uno de los cordones que Rami acababa de atar.

— ¡Oh no, Bongo, no! —gimió Rami, mientras el perro salía corriendo, con el cordón entre sus dientes.

— ¡No te preocupes, esto puede ser una parte de la diversión! —dijo Palmer. —Intentemos seguirlo y conseguir tu cordón.

Los dos amigos corrieron detrás de Bongo por todo el parque. Fue un momento divertido, rodeados de niños riendo y jugando. Finalmente, después de varias vueltas y con Bongo cansado de correr, lograron atrapar al travieso perrito.

Rami se agachó, recuperó su cordón y dejó escapar una risa contagiosa.

— Esto fue una aventura. Pero ahora me siento listo para atar mis zapatos de nuevo. —dijo, decidido.

Rami se sentó, siguiendo los pasos de la canción, y esta vez, sin distracciones, logró atarse los zapatos perfectamente.

— ¡Lo hice de nuevo! —gritó, saltando de alegría.

— ¡Eres un experto! Ahora ya puedes correr y jugar sin preocuparte. —dijo Palmer, también emocionada.

Desde ese día, cada vez que Rami quería atarse los zapatos, simplemente recordaba la canción de Palmer y recordaba la aventura del día. ¡Nunca más volvió a tener problemas con sus cordones!

Rami y Palmer aprendieron que a veces, aprender algo nuevo puede ser muy divertido, especialmente cuando hay amigos a tu lado. Y además, aprender a atarse los zapatos se convirtió en su canción favorita, que solían cantar cada vez que se encontraban en el parque.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!