El Ritmo de las Figuras



Había una vez una familia muy especial compuesta por figuras musicales. El papá se llamaba Redondo, la mamá se llamaba Blanca y su hijita se llamaba Negra.

Vivían en un pequeño pentagrama en el corazón de un hermoso jardín musical. Redondo era la figura más grande de todos, siempre estaba feliz y lleno de energía. Le encantaba tocar la guitarra y hacer que todos bailaran al ritmo de su música.

Blanca, por otro lado, era más tranquila y delicada. Era experta en tocar el piano y transmitir emociones a través de sus notas suaves y armoniosas. Negra, la hijita, era una mezcla perfecta entre los dos.

Tenía el espíritu alegre de su papá y la dulzura de su mamá. Aunque aún no sabía tocar ningún instrumento, siempre estaba dispuesta a aprender algo nuevo.

Un día soleado, mientras jugaban en el jardín musical, llegó una noticia que cambiaría sus vidas para siempre: iban a mudarse a otra partitura muy lejana. Todos estaban emocionados pero también un poco asustados por lo desconocido que les esperaba. El viaje fue largo pero emocionante para esta peculiar familia musical.

Al llegar a su nuevo hogar, descubrieron que no estaban solos; había otras figuras musicales viviendo allí: corcheas rápidas saltando sin parar, semicorcheas bailando alrededor e incluso algunas notas silenciosas tímidas escondiéndose detrás del pentagrama.

Al principio fue difícil adaptarse a este nuevo entorno tan diferente al que estaban acostumbrados, pero poco a poco fueron conociendo a las demás figuras y descubriendo que todos tenían algo especial que ofrecer.

Un día, mientras Negra exploraba el nuevo vecindario musical, se encontró con un grupo de figuras llamadas —"fusas" , quienes parecían tristes y desanimadas. Negra se acercó a ellas y les preguntó qué les pasaba. "Estamos cansadas de siempre ir tan rápido", respondió una fusa. "Quisiéramos poder ser más lentas como tú".

Negra sonrió y les dijo: "¡No hay problema! Vengan conmigo y les enseñaré cómo disfrutar de cada nota al ritmo perfecto". Y así, Negra comenzó a enseñarles cómo encontrar el equilibrio entre la rapidez y la calma en su música.

Poco a poco, las fusas comenzaron a relajarse y disfrutar más de cada momento musical. Descubrieron que no todo tenía que ser rápido para ser emocionante, sino que también podían encontrar belleza en los momentos más tranquilos.

La noticia sobre lo que Negra había logrado se extendió rápidamente por todo el vecindario musical. Pronto todos querían aprender de ella. Redondo y Blanca estaban muy orgullosos de su hijita por haber ayudado a tantas figuras musicales a encontrar su propio ritmo.

Desde ese día, la familia redonda blanca y negra se convirtió en referente en el mundo musical. Juntos enseñaron a todas las figuras del pentagrama la importancia de aceptarse tal como eran y disfrutar cada nota al máximo.

Y así vivieron felices para siempre, compartiendo su amor por la música y enseñando a todos que, sin importar cuál fuera su forma o color, cada figura musical tenía un lugar especial en el corazón de la melodía.

FIN.

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