El robo de las letras



Había una vez un niño llamado Pedrito, que vivía en un pequeño pueblo rodeado de montañas. Pedrito era un niño muy curioso y siempre estaba haciendo preguntas a sus padres, amigos y vecinos.

Un día, mientras paseaba por el pueblo con su mamá, vio que algunos niños mayores estaban leyendo libros en la plaza. Pedrito se acercó a ellos y les preguntó:- ¿Qué están haciendo? - Estamos leyendo libros -respondió uno de los niños-.

¿Quieres intentarlo? Pedrito tomó el libro que le ofrecieron pero no podía entender nada de lo que decían las palabras. - No entiendo nada -se lamentó Pedrito-. Quiero aprender a leer como ustedes.

Los niños mayores le dijeron que la mejor forma de aprender a leer era ir a la escuela. Así que Pedrito convenció a sus padres para inscribirlo en la escuela del pueblo. El primer día de clases fue emocionante para Pedrito.

La maestra les enseñó las letras del alfabeto y cómo formar palabras con ellas. Al principio todo parecía difícil pero poco a poco comenzó a entender más y más.

Pasaron los días y semanas, y cada vez Pedrito aprendía más sobre las letras, las palabras y las historias que podían contar los libros. Le encantaba leer cuentos divertidos sobre animales parlantes o aventuras en castillos mágicos.

Pero un día algo extraño sucedió: cuando llegó al colegio se dio cuenta de que todas las letras habían desaparecido de los carteles y pizarrones. Los demás chicos también estaban sorprendidos por esta situación. La maestra les explicó que alguien había robado todas las letras y que debían buscarlas para poder continuar aprendiendo a leer.

Los niños comenzaron a buscar en el colegio y luego en todo el pueblo, pero no encontraban ninguna letra. - ¿Qué vamos a hacer? -se preocupaba Pedrito-. No puedo dejar de aprender a leer.

Entonces, tuvo una idea: recordó que su abuelo tenía un libro muy antiguo con hermosas ilustraciones. Decidió ir a visitarlo para pedirle ayuda. Cuando llegó al hogar de su abuelo, le contó lo que estaba pasando y le pidió prestado el libro antiguo.

Su abuelo le dijo:- Este es un libro muy especial. Sus páginas están llenas de historias mágicas pero también de sabiduría. Si lo cuidas bien, te acompañará toda la vida.

Pedrito tomó el libro con mucho cuidado y regresó al colegio. Con lápices de colores dibujó cada una de las letras del alfabeto en la pizarra utilizando como modelo las ilustraciones del libro antiguo.

Los demás niños se sorprendieron por la creatividad y astucia de Pedrito, quien logró resolver el problema gracias a su amor por la lectura y al apoyo incondicional de su abuelo.

Desde ese día, todos los días después del colegio Pedrito iba corriendo hacia la casa de su abuelo para contarle todas las nuevas palabras e historias aprendidas en sus libros favoritos. Así fue como Pedrito aprendió a leer y descubrió que los libros son tesoros llenos de aventuras emocionantes e ideas fascinantes que pueden cambiar nuestras vidas para siempre.

FIN.

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