El robo de las manzanas del dragón



Había una vez en un bosque cercano a la ciudad, dos nenas llamadas Sofía y Martina. Ellas eran muy amigas y les encantaba jugar juntas en el bosque.

Un día, mientras jugaban, encontraron un árbol lleno de manzanas rojas y deliciosas. "-Mira Martina, ¡qué hermoso árbol de manzanas! Podríamos llevar algunas a casa", dijo Sofía emocionada. Sin embargo, cuando se acercaron al árbol, se dieron cuenta de que había un dragón enorme durmiendo justo debajo del árbol.

"-¡Oh no! ¿Qué hacemos ahora? No podemos despertar al dragón", susurró Martina preocupada. Pero su mamá siempre les decía que nunca deben rendirse sin intentarlo primero. Así que decidieron idear un plan para conseguir las manzanas sin molestar al dragón.

Primero buscaron palos largos para alcanzar las ramas más altas del árbol. Luego recolectaron todas las manzanas que pudieron alcanzar con los palos. Pero aún quedaban muchas manzanas fuera de su alcance.

Fue entonces cuando tuvieron una idea brillante: usarían los pañuelos que llevaban en sus cuellos como sacos improvisados para guardar las manzanas en ellos. Con mucho cuidado subieron al árbol y comenzaron a reagarrar las manzanas restantes.

De repente, el dragón empezó a moverse y abrir sus ojos lentamente. Las niñas temblaron de miedo pero recordando lo valientes que podían ser si trabajaban juntas, continuaron reagarrando las últimas manzanas. Finalmente, lograron recolectar todas las manzanas.

Con los sacos llenos, bajaron del árbol y se alejaron silenciosamente para no despertar al dragón. Cuando llegaron a casa, su mamá estaba muy orgullosa de ellas por haber encontrado una solución creativa y valiente para conseguir las manzanas sin molestar al dragón.

Las tres disfrutaron de un delicioso pastel de manzana hecho con las frutas que habían recogido juntas en el bosque. Desde entonces, Sofía y Martina aprendieron que siempre hay una solución si trabajan juntas y nunca se rinden sin intentarlo primero.

FIN.

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