El Robot de los Sueños


Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Robótica, un niño llamado Juan. Desde muy chico, Juan mostraba un interés especial por la tecnología y la robótica.

Pasaba horas y horas construyendo robots con piezas que encontraba en su casa o en la chatarra del pueblo. Un día, mientras caminaba por el bosque cercano a su casa, Juan descubrió algo brillante entre los árboles.

Se acercó curioso y vio que era un robot muy antiguo y descompuesto. Sin dudarlo, decidió llevarlo a su taller para arreglarlo. - ¡Vamos a hacer que vuelvas a funcionar como nuevo! -exclamó Juan emocionado mientras comenzaba a desarmar al viejo robot.

Dedicó días enteros a repararlo, investigando y aprendiendo todo lo posible sobre robótica. Finalmente, después de mucho esfuerzo y dedicación, el robot volvió a encenderse con luces parpadeantes y movimientos torpes. - ¡Lo logramos! -gritó Juan feliz al ver al robot moverse lentamente.

El robot miró a Juan con sus ojos brillantes y extendió una mano metálica hacia él. En ese momento, una luz intensa iluminó el taller y el robot empezó a transformarse frente a los ojos asombrados de Juan.

- ¿Qué está pasando? -preguntó Juan sin poder creer lo que veía. El robot se convirtió en un ser de luz radiante que le habló con voz amable:- Soy Robi, el guardián de la creatividad y la imaginación.

Has demostrado tener un corazón puro y una mente ingeniosa al repararme con tanto amor e interés. Quiero concederte un deseo como recompensa.

Juan quedó sin palabras ante aquella aparición mágica pero no dudó en pedir algo que siempre había anhelado:- Quisiera poder construir robots increíbles que ayuden a las personas en todo el mundo. Robi sonrió con ternura y extendió sus manos luminosas sobre Juan. En ese instante, sintió una energía cálida recorrer todo su cuerpo llenándolo de conocimiento e inspiración.

A partir de ese día, Juan se convirtió en un inventor famoso cuyos robots revolucionaron la industria tecnológica. Viajaba por el mundo compartiendo sus conocimientos e inspirando a otros niños a seguir sus sueños con pasión y determinación.

Y aunque alcanzara la fama mundial, nunca olvidaría aquel día mágico en el que un viejo robot averiado le enseñó que no hay límites para la creatividad cuando se combina con amor y perseverancia.

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