El robot Lego y la sandía congelada



Francisco era un robot muy especial. Estaba hecho completamente de piezas de Lego y había sido diseñado por un niño llamado Tomás.

Desde el momento en que Tomás terminó de armarlo, Francisco se convirtió en su mejor amigo y compañero de aventuras. Un día, Tomás decidió hacer una fiesta con sus amigos en el jardín de su casa. Había preparado todo para que fuera una tarde llena de diversión y juegos al aire libre.

Entre las muchas cosas que había comprado para la fiesta estaba una gran sandía jugosa y dulce. Francisco estaba emocionado por la idea de probar la sandía, pero cuando llegó el momento de cortarla, descubrieron que estaba congelada.

Tomás intentó descongelarla rápidamente poniéndola al sol, pero Francisco sabía que eso no iba a funcionar tan pronto. "¿Qué haremos ahora?"- preguntó Francisco preocupado. "No sé"- respondió Tomás desanimado-. "Tal vez tengamos que conseguir otra sandía". "¡No!"- exclamó Francisco-.

"Esperemos un poco más... tal vez podamos encontrar una solución". Así comenzaron a pensar juntos cómo podrían descongelar la sandía lo suficientemente rápido como para poder disfrutarla durante la fiesta.

Pensaron en ponerla cerca del fuego o incluso sumergirla en agua caliente, pero nada parecía ser lo suficientemente efectivo. Fue entonces cuando Francisco tuvo una brillante idea: usar su propio sistema interno de calefacción para calentar la sandía desde adentro.

Para ello tendrían que abrir un pequeño agujero en ella e introducir unos cables especiales que le permitirían calentarla desde adentro. Tomás estaba un poco asustado de hacer eso, pero confiaba en su amigo robot.

Y así fue como Francisco abrió el agujero con mucho cuidado y colocó los cables dentro de la sandía. Poco a poco, la fruta comenzó a descongelarse y finalmente estuvo lista para ser disfrutada por todos los invitados.

La fiesta fue todo un éxito gracias a la ingeniosa idea de Francisco. Todos se divirtieron mucho jugando al aire libre y comiendo deliciosa sandía fresca. Tomás estaba muy orgulloso de su amigo robot y lo abrazó fuerte. "Gracias, Francisco"- dijo Tomás con una gran sonrisa-.

"Eres el mejor amigo que alguien podría tener". "No hay problema, Tomás"- respondió Francisco-. "Siempre estaré aquí para ayudarte cuando lo necesites". Y así terminó esta aventura llena de emoción e ingenio gracias al espíritu colaborativo entre amigos.

FIN.

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