El Robot que Aprendió a Leer y Escribir


En una fábrica muy especial, trabajaba un robot llamado Robi. Robi era un robot muy eficiente, pero tenía un problema: no sabía leer ni escribir. Un día, el dueño de la fábrica llamó a Robi a su oficina y le dijo con tristeza: “Robi, lo siento mucho, pero no podemos seguir manteniéndote en la fábrica si no sabes leer ni escribir. Es muy importante para nosotros que todos nuestros trabajadores puedan hacerlo”. Robi se sintió muy triste y avergonzado por su situación. Así que decidió salir a buscar ayuda.

Caminó por las calles hasta que llegó a un colegio muy colorido. Robi entró en el aula de 4 años y le explicó a los niños que necesitaba aprender a leer y escribir para no perder su trabajo. Los niños, emocionados, se ofrecieron a ayudarlo. La maestra, la señorita Ana, les dio a cada uno un papel y un lápiz y les dijo: “Vamos a enseñar a Robi juntos. Será una gran aventura”. Los niños se pusieron manos a la obra, enseñándole las letras, las sílabas y las palabras a Robi. Al principio, fue difícil para el robot, pero con la paciencia y la alegría de los niños, poco a poco fue aprendiendo.

Pasaron los días, y Robi practicaba con los niños todos los días. Finalmente, llegó el gran día en que Robi se sentó frente a una hoja en blanco y escribió su primera palabra: “hola”. Los niños lo aplaudieron y lo abrazaron emocionados. Robi estaba muy emocionado y agradecido. Corrió a la fábrica con su hoja de papel en la mano para mostrarle al dueño lo que había logrado.

El dueño de la fábrica, asombrado, le preguntó: “Robi, ¿qué es esto? ”. Robi, con una gran sonrisa, le respondió: “¡Mire, aprendí a leer y escribir! ”. El dueño, emocionado, le dio un abrazo a Robi y le dijo: “¡Estoy muy orgulloso de ti, Robi! Te damos la bienvenida de nuevo a la fábrica”. Robi volvió a su trabajo, esta vez con una nueva habilidad que lo hizo aún más especial. Y todos en la fábrica lo admiraban por su esfuerzo y determinación. Desde entonces, Robi se convirtió en el mejor lector y escritor de la fábrica, y cada vez que los niños iban a visitarlo, les contaba historias emocionantes que él mismo escribía. Y así, el robot que en un tiempo había sido triste, se convirtió en el más alegre y querido de todos.

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