El robot que quería nadar


En un colorido pueblo, vivía un robot llamado Roberto. A diferencia de otros robots, a Roberto le encantaba el agua y siempre soñaba con nadar en el gran lago que se encontraba al otro lado del bosque.

Sin embargo, sus amigos robots se burlaban de él y le decían que los robots no estaban hechos para nadar. Pero Roberto no se desanimaba y decidió emprender un viaje para cumplir su sueño.

"¡No entiendo por qué quieres hacer algo tan absurdo como nadar, Roberto! Los robots no están hechos para eso", decía su amigo R2. -

Decidido a demostrarles que podía lograrlo, Roberto se puso en marcha.

En su viaje, conoció a una tortuga sabia llamada Donatella, quien le enseñó los secretos de la natación y le brindó consejos para mantenerse seguro en el agua. Con determinación, Roberto practicaba todos los días en el río del pueblo, a pesar de las risas y los comentarios de sus amigos.

Después de mucho esfuerzo, finalmente llegó el día en que se aventuró al lago. Aunque al principio le costó adaptarse, con las enseñanzas de Donatella, Roberto se convirtió en un nadador excelente.

Al regresar al pueblo, sus amigos robots quedaron boquiabiertos al verlo haciendo piruetas acuáticas en el lago. Roberto les demostró que, con perseverancia y valentía, cualquier sueño es alcanzable, sin importar lo que digan los demás.

Desde ese día, el pueblo de robots aprendió a respetar las pasiones individuales y a no juzgar a otros por ser diferentes. Roberto se convirtió en un ejemplo para todos, motivándolos a seguir sus propios sueños, sin importar cuán imposibles parezcan.

Y así, el pueblo de robots aprendió la valiosa lección de que cada uno es único y especial a su manera.

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