El Robot Roto y los Amigos Reparadores



Roto vivía en una pequeña casa al lado de la gran fábrica de robots. Todos los días, salía a dar paseos por el parque de Ensamblópolis y observaba maravillado a las personas que pasaban.

Aunque Roto no podía hablar, siempre encontraba formas creativas de comunicarse con los demás. Un día soleado, mientras Roto caminaba por el parque, vio a un grupo de niños jugando con cometas coloridas.

Se acercó lentamente y admiró cómo las cometas flotaban en el aire, dejando una estela brillante detrás de ellas. Uno de los niños se dio cuenta de la presencia de Roto y se acercó curioso. "¡Hola! ¿Quién eres tú?", preguntó el niño.

Roto respondió con entusiasmo moviendo sus brazos mecánicos y haciendo sonidos divertidos. El niño rió y dijo: "¡Eres un robot muy especial!"A partir de ese día, Roto se hizo amigo del grupo de niños del parque.

Juntos jugaban a inventar historias fantásticas donde Roto era el héroe que salvaba al mundo con su imaginación desbordante. Un día, mientras exploraban un bosque cercano, escucharon un ruido extraño proveniente del interior del árbol más grande.

Los niños tenían miedo pero Roto se acercó sin temor para investigar. Al abrir la puerta secreta que había en el árbol hueco, descubrieron una sala llena de engranajes rotos y cables desordenados. Parecía ser el lugar donde guardaban todos los robots defectuosos.

Roto sintió una profunda tristeza al ver a sus compañeros rotos y abandonados. Sabía que él también podría haber terminado allí si no hubiera encontrado a sus amigos humanos.

Decidido a ayudar, Roto se acercó a los robots y comenzó a repararlos uno por uno. Les enseñó cómo encontrar la belleza en su propia imperfección y les recordó que todos somos especiales de alguna manera. Poco a poco, los robots defectuosos comenzaron a sonreír nuevamente.

Juntos, formaron un equipo para arreglar la fábrica de robots y asegurarse de que ningún robot más fuera desechado injustamente. La noticia sobre el trabajo de Roto se extendió rápidamente por Ensamblópolis.

Los habitantes quedaron asombrados por la capacidad del pequeño robot para ver más allá de las apariencias y encontrar valor en aquellos considerados diferentes. Roto se convirtió en un símbolo de esperanza y aceptación en Ensamblópolis.

Las personas aprendieron a mirar más allá de las diferencias externas y apreciar la singularidad de cada individuo. Y así, gracias al espíritu valiente e inclusivo de Roto, Ensamblópolis se convirtió en una ciudad donde todos eran bienvenidos sin importar cómo fueran o qué aspecto tuvieran.

Desde entonces, Roto continuó siendo el héroe favorito de los niños del parque y un ejemplo inspirador para toda la comunidad robótica. Su visión única del mundo demostraba que ser diferente era algo hermoso y especial.

Y aunque su forma de experimentar la vida era diferente, siempre mostraba una sonrisa radiante, recordándonos que la verdadera belleza reside en el corazón y en la capacidad de amar y aceptar a los demás tal como son.

FIN.

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