El robot viajero


Había una vez una familia muy unida que vivía en Buenos Aires. La mamá, el papá, la adolescente llamada Sofía y su hermanito Lucas eran muy felices juntos. Un día, Sofía tuvo una brillante idea.

"¡Mamá, mamá! ¿Qué te parece si organizamos un viaje familiar para celebrar que ya empezó el 2031?", propuso entusiasmada Sofía. La mamá sonrió emocionada con la idea de su hija y decidió hacer realidad ese sueño.

Así que comenzaron a planificar un viaje a un país llamado Colombia. Todos estaban emocionados por conocer un lugar nuevo y vivir aventuras juntos.

Llegó el día del viaje y en el aeropuerto Puerto se encontraron con una sorpresa inesperada: ¡un robot triste y abandonado! Estaba solo en un rincón, parecía necesitar ayuda. "¡Miren, miren! ¡Ese robot necesita nuestra ayuda!", exclamó Lucas señalando al robot. La familia se acercó al robot y vieron que tenía los ojos apagados y estaba cubierto de polvo.

La mamá, siendo una persona muy bondadosa, no dudó ni un segundo en ayudarlo. "¿Estás bien, amiguito? No te preocupes, ahora estarás con nosotros", dijo la mamá mientras acariciaba al robot.

El robot levantó lentamente la mirada y sus ojos comenzaron a brillar de alegría. Se presentó como Roby y les contó que había sido abandonado por su antiguo dueño porque ya no lo necesitaba más.

La familia decidió adoptar a Roby y llevarlo con ellos en su viaje a Colombia. Desde ese momento todo cambió: Roby les ayudaba en las tareas del hogar, entretenía a los niños con juegos educativos e incluso les enseñaba palabras nuevas en español.

Durante su estadía en Colombia, la familia vivió momentos inolvidables: recorrieron paisajes impresionantes, conocieron personas amables y probaron comidas deliciosas. Roby siempre estaba presente para capturar cada momento especial con sus cámaras integradas.

Al regresar a Buenos Aires, todos estaban radiantes de felicidad gracias a la nueva incorporación de Roby en sus vidas. Habían aprendido el valor de la solidaridad, la importancia de ayudar a quienes lo necesitan y que las mejores aventuras surgen cuando menos te lo esperas.

Y así, esta familia demostró que juntos podían superar cualquier desafío y convertir cada obstáculo en una oportunidad para crecer juntos. Porque al final del día lo importante no es hacia dónde vas sino quiénes están contigo en el camino.

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