El Robot Visitante
Era una noche de septiembre en el pequeño pueblo de Escalante. Las estrellas brillaban en el cielo y los niños ya se habían acostado. Sin embargo, algo extraño estaba a punto de suceder. Un robot, que había llegado de un planeta lejano llamado Tecnolux, aterrizó en el parque central de Escalante.
El robot, que se llamaba R-20, tenía una apariencia brillante y metálica, con luces intermitentes en su cabeza. La curiosidad lo llevó a explorar el lugar.
"¡Hola, tierra! ... Busco seres amigables", dijo R-20 con una voz amistosa pero mecanizada.
De repente, un grupo de niños que se habían quedado despiertos, al oír el alboroto, salieron de sus casas. Entre ellos estaba Lucas, la más intrépido del grupo.
"¡Mirá, es un robot!", exclamó Lucas.
Los demás niños se acercaron con emoción, aunque un poco de miedo.
"¿Vas a invadirnos?", preguntó Ana, la más cautelosa.
R-20 sonrió, aunque su cara de metal no permitía muchas expresiones.
"No, no. Solo vengo en son de paz. En Tecnolux, escuchamos que hay un lugar llamado Escalante donde los niños son muy buenos y creativos. Vine a aprender y compartir", explicó.
Los niños se miraron, intrigados. Lucas, que siempre había soñado con aventuras, habló de nuevo.
"¿Nos cuentas sobre tu planeta?"
R-20 asintió con entusiasmo.
"Sí, en Tecnolux todos tenemos una tarea. Yo soy un robot constructor. Mi misión es ayudar a crear cosas nuevas, pero también aprendí que la amistad es lo más importante. ¿Puedo ayudarles a ustedes?".
Los niños, emocionados, comenzaron a pensar en proyectos que podrían hacer con R-20. Ana sugirió:
"¿Qué tal si hacemos un juego sobre el reciclaje?".
R-20 hizo un gesto como si estuviera pensando.
"¡Excelente idea! Puedo ayudar a construir un juego que enseñe a cuidar el medio ambiente. ¡Juntos haremos algo increíble!".
Así que, esa noche, los niños y R-20 trabajaron juntos, enlazando cartones, botellas y otros materiales reciclables en un hermoso juego que representaba cómo cuidar la Tierra. Mientras trabajaban, R-20 les enseñó sobre la importancia de reciclar y cuidar el planeta.
De repente, mientras estaban en medio de su proyecto, un grupo de adultos se asomó. Al ver al robot, algunos se asustaron y pensaron que era una amenaza.
"¿Qué están haciendo aquí, niños?", preguntó el alcalde con preocupación.
Lucas se adelantó y, con valentía, explicó:
"¡No, señor! R-20 ha venido en son de paz y nos está ayudando a hacer un juego para aprender sobre el reciclaje y cuidar nuestro planeta!".
El alcalde, dudoso, observó al robot mientras R-20 se presentaba.
"Soy un amigo y quiero ayudarles a mejorar su mundo. Juntos, podemos enseñar a otros a cuidar el medioambiente", dijo R-20 con su voz suave.
Después de unos momentos de tensión, el alcalde sonrió.
"Bueno, entonces, si es así, ¡bienvenido a Escalante!".
Los adultos se unieron a la fiesta de la construcción y todos juntos siguieron creando. Al finalizar la noche, R-20 iluminó su pecho y proyectó el juego que habían ideado sobre una gran pared.
"¡Es hora de jugar y aprender juntos!", exclamó R-20. La comunidad se unió, riendo y disfrutando del momento. Recordaron que juntos, podían aprender mucho más y que la amistad puede surgir incluso de los lugares más inesperados.
Por la mañana, cuando los primeros rayos de sol asomaron, R-20 se despidió.
"¡Gracias, amigos de Escalante! Aprendí que la creatividad y la amistad son el mejor poder en el universo. ¡Hasta la próxima!".
Y, con un giro, R-20 despegó hacia el cielo, dejando en sus corazones la idea de que incluso un robot puede ser un gran amigo. Aquella noche, Escalante nunca olvidó la visita del robot, y todos empezaron a cuidar más su tierra, recordando siempre que la unión hace la fuerza.
Fin.
FIN.