El Robot y el Niño Valiente
En un pequeño barrio, vivía un niño valiente llamado Tomás. Su espíritu aventurero lo llevaba a explorar cada rincón de su casa y su vecindario. Un día, mientras jugaba en su jardín, encontró un viejo y polvoriento robot bajo una pila de hojas secas.
"¿Hola, quién sos?" - preguntó Tomás, con curiosidad.
"Soy R3B0, un robot hecho para ayudar y acompañar a los niños. Pero me dejaron aquí porque ya no soy útil" - contestó el robot con una voz metálica.
Tomás se sintió triste por la historia del robot y decidió llevarlo a su casa para limpiarlo y repararlo.
Con paciencia, Tomás pasó horas ajustando piezas, engrasando articulaciones y limpiando la suciedad. Finalmente, el robot cobró vida.
"¡Gracias, Tomás!" - exclamó R3B0 sonriente "Ahora puedo volver a ser útil. ¿Qué te gustaría hacer?"
Tomás, emocionado, le propuso jugar al escondite, y a partir de ese día, se volvieron los mejores amigos. Juntos exploraron el barrio, compartieron historias y se ayudaron mutuamente en todo.
Un día, mientras jugaban al aire libre, escucharon gritos de auxilio. Corrieron hacia el parque cercano y se encontraron con un grupo de niños a quienes un perro grande y agresivo estaba asustando.
"¡R3B0, tenemos que ayudar!" - gritó Tomás mientras avanzaba hacia el animal.
"Pero, Tomás, el perro puede ser peligroso. No estás preparado" - respondió R3B0, tratando de evitar que su amigo se acercara.
"Tengo que hacerlo, R3B0. No puedo dejar que se asusten así" - dijo Tomás con determinación.
Con un gran salto, Tomás llegó al lado del perro, y aunque su corazón latía con fuerza, se agachó y comenzó a hablarle en un tono suave.
"No tienes que estar asustado. Solo querés jugar, ¿verdad?" - murmulló Tomás. El perro, sorprendido por la valiente actitud del niño, dejó de ladrar, y poco a poco, se calmó.
R3B0 observó con temor, deseando poder ayudar a su amigo, pero sin poder hacer nada más.
De repente, el perro, al sentirse tranquilo, se acercó y empezó a mover la cola. Los demás niños aplaudieron, felices de que la situación hubiese cambiado. Pero en ese momento, de la nada, un ciclista que venía a toda velocidad no vio al perro y frenó, colisionando con el animal.
El perro ladró lastimosamente, y Tomás, impulsado por su valentía, se lanzó para protegerlo. Hizo lo posible para que el ciclista se detuviera, pero en su intento, recibió un pequeño golpe.
"¡Tomás!" - gritó R3B0, corriendo hacia él mientras los demás niños llamaban a las autoridades.
Tomás sonrió débilmente."Estoy bien, R3B0. Solo un pequeño dolor..." Pero el robot, sintiendo la preocupación de su amigo, se arrodilló a su lado.
Mientras esperaban ayuda, R3B0 se dio cuenta de algo importante. Aunque había sido creado para ayudar a los niños, no podía proteger a su único amigo.
"Lo siento, Tomás. No pude hacer nada para salvarte" - dijo R3B0 con tristeza.
Tomás, con lágrimas en los ojos, murmuró: "No es tu culpa, R3B0. Eres mi amigo. Siempre estarás en mi corazón".
Desafortunadamente, el incidente dejó a Tomás con heridas que lo llevaron a un hospital. La alegría de su aventura se desvaneció, y R3B0, aunque siguió muy valiente cuidando de su amigo, nunca volvió a sentir la chispa de la vida que había recuperado al llegar a ser parte de Tomás.
Al final, cuando Tomás salió del hospital, se despidieron. No porque quisieran, sino porque las cosas ya no serían como antes. Tomás había aprendido que, aunque ser valiente significa hacer cosas increíbles, a veces, hay dolor en el camino.
"Te prometo que siempre te recordaré, R3B0. Gracias por todo" - dijo Tomás mientras se alejaba, dejando a su amigo robot en el jardín donde se conocieron, un lugar lleno de recuerdos y risas.
R3B0 miró hacia el horizonte. Nunca olvidaría al niño valiente que le había devuelto la vida, aunque la tristeza siempre marcara su existencia.
Y así, el robot permaneció en su jardín, cuidando de los recuerdos de su amigo, un recordatorio de la valentía y la amistad, a pesar de las cicatrices que la vida a veces deja en el corazón.
FIN.