El Rompecabezas Mágico de Valentina



Valentina era una niña que vivía en una hermosa casita rodeada de un jardín lleno de flores de todos los colores. Aunque le encantaban las aventuras y el aire libre, había algo que la asustaba mucho: los rompecabezas. Cada vez que su mamá sacaba una caja llena de piezas, Valentina se ponía nerviosa y decía:

"¡No, mamá! No quiero jugar con eso. Siempre me faltan piezas o no sé por dónde empezar."

Un día, mientras Valentina estaba jugando con sus muñecas, escuchó un murmullo extraño proveniente del jardín. Curiosa, salió a ver qué era. Al acercarse, vio una mariposa brillante que danzaba sobre un lindo rompecabezas que estaba en el suelo.

"¡Hola, Valentina!" dijo la mariposa, revoloteando a su alrededor. "Soy Lila, la mariposa mágica. He estado observando cómo evitas jugar con los rompecabezas. ¿Por qué te da miedo?"

Valentina, sorprendida de poder hablar con una mariposa, respondió:

"Porque creo que no puedo armarlo. Siempre me frustro y me enoja no lograrlo."

"Pero, Valentina, armar rompecabezas no es solo cuestión de lograrlo, es un viaje. Cada pieza es una parte de una historia que se va formando. ¿Te gustaría intentarlo conmigo?" propuso Lila.

La niña dudó un momento, pero la mirada amistosa de la mariposa le dio un poco de valentía.

"Está bien, pero si no funciona, me voy a frustrar", dijo Valentina.

"No te preocupes, vamos a disfrutarlo. Primero, empecemos por encontrar las esquinas y los bordes. Eso siempre ayuda", sugirió Lila.

Valentina se arrodilló y comenzó a buscar las piezas con la mariposa a su lado. Juntas, rieron y charlaron mientras llenaban el espacio vacío con piezas del rompecabezas.

A medida que el tiempo pasaba, el rompecabezas comenzaba a cobrar forma y Valentina se dio cuenta de que no era tan difícil como había imaginado. Cada vez que encontraba una pieza, Lila celebraba con ella.

"Mirá, ¡casi terminamos! Solo faltan unas pocas piezas más", dijo Lila emocionada.

"Es cierto. Estoy empezando a disfrutarlo. Nunca pensé que sería tan divertido", contestó Valentina, sonriendo.

Cuando finalmente colocaron la última pieza, el rompecabezas reveló a un hermoso paisaje de un bosque encantado, lleno de criaturas mágicas.

"¡Lo logramos, Valentina! ¡Y lo hicimos juntas!"

Valentina, llena de alegría, dijo:

"Y ahora comprendo que no importaba si faltaban piezas en la primera vez o si no sabía por dónde empezar. Lo importante era disfrutar el momento y el proceso."

Lila sonrió y agregó:

"Así es, Valentina. Cada desafío es una oportunidad para aprender y divertirse. No dejes que el miedo te detenga. Aquí estaré siempre que quieras jugar."

Desde ese día, Valentina no solo dejó de sentir miedo por los rompecabezas, sino que también comenzó a buscar diferentes juegos y retos en su jardín. Cada vez que armaba un nuevo rompecabezas, recordaba las enseñanzas de Lila y se divertía cada vez más.

Así, Valentina aprendió que a veces, los miedos pueden dejar de ser útiles si nos atrevemos a enfrentarlos. Y en su jardín, cada día se llenaba de nuevas aventuras, risas y, por supuesto, muchos rompecabezas mágicos.

FIN.

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