El sabio cabrero de la montaña
Había una vez, en una montaña muy alta y nevada, tres filósofos muy famosos: Sócrates, Platón y Aristóteles. Los tres se encontraban discutiendo acaloradamente sobre quién era el más sabio de todos.
"Yo creo que la verdadera sabiduría está en reconocer que no sabemos nada", decía Sócrates con su barba blanca ondeando al viento. "Pero si no sabemos nada, ¿cómo podemos aspirar a conocer la verdad?", replanteaba Platón con gesto pensativo.
"La verdad se encuentra en la observación y el estudio de la naturaleza", argumentaba Aristóteles señalando las estrellas brillantes en el cielo nocturno. Los tres filósofos continuaron debatiendo mientras caminaban por la montaña.
De repente, se toparon con un anciano cabrero que cuidaba su rebaño de cabras saltarinas. "¡Buenos días, ilustres filósofos! ¿En qué puedo ayudarlos?", preguntó el anciano con una sonrisa amable. Sócrates tomó la palabra: "Amable cabrero, estamos discutiendo sobre quién posee la mayor sabiduría.
¿Qué opinas tú al respecto?". El cabrero soltó una carcajada y respondió: "Señores filósofos, la verdadera sabiduría radica en aprender de todo lo que nos rodea. Por ejemplo, observen a mis cabras.
Ellas saltan de roca en roca con destreza y alegría. En su sencillez encuentran felicidad". Platón reflexionó unos instantes y dijo: "Tienes razón, noble cabrero. La verdadera sabiduría consiste en encontrar alegría y paz interior en las cosas simples de la vida".
Aristóteles asintió con seriedad: "Es cierto. A veces nos perdemos en nuestras propias teorías y olvidamos apreciar lo que realmente importa".
Los cuatro siguieron caminando juntos por la montaña, compartiendo historias e ideas mientras disfrutaban del paisaje nevado y del aire puro que los rodeaba. Al final del día, los tres filósofos se despidieron del cabrero con gratitud por sus enseñanzas humildes pero profundas.
Se dieron cuenta de que la verdadera sabiduría no reside solo en el intelecto o el conocimiento académico, sino también en la conexión con nuestro entorno y con nosotros mismos.
Y así termina esta historia de Sócrates, Platón y Aristóteles en la montaña, donde descubrieron juntos que la sabiduría está presente en cada rincón del mundo para aquellos dispuestos a verla con corazón abierto y mente curiosa.
FIN.