El Sabio Camino a Casa


Había una vez en el bosque de la china, una chinita muy curiosa y traviesa llamada Mei. A Mei le encantaba explorar cada rincón del bosque, descubriendo plantas, animales y secretos escondidos entre los árboles.

Un día soleado de primavera, Mei decidió aventurarse más allá de su camino habitual. Se adentró en un sendero desconocido, siguiendo las mariposas que revoloteaban a su alrededor. De repente, se dio cuenta de que estaba completamente perdida.

- ¡Oh no! ¿Dónde estoy? -exclamó Mei, mirando a su alrededor con ojos asustados. Mei intentó recordar sus pasos para regresar a casa, pero todo lucía igual en medio del frondoso bosque. Comenzó a sentir miedo y lágrimas brotaron de sus ojos.

En ese momento apareció un conejito saltarín llamado Pancho. Pancho era conocido como el más sabio del bosque y siempre ayudaba a quienes lo necesitaban. - ¿Qué te pasa, amiguita? -preguntó Pancho con voz dulce.

- Me he perdido y no sé cómo volver a mi casa -respondió Mei entre sollozos. Pancho sonrió con ternura y le dijo: "No te preocupes, yo te ayudaré a encontrar el camino de regreso".

Juntos emprendieron la búsqueda del camino correcto, siguiendo pistas como hojas marcadas por el viento y cantos de pájaros amigos que los guiaban.

Mientras caminaban, Mei aprendió a prestar atención a su entorno, a recordar puntos de referencia y a no dejarse llevar por la ansiedad cuando las cosas parecían complicadas. Pancho le enseñaba paciencia y perseverancia en cada paso del camino. Después de un largo recorrido lleno de aventuras y sorpresas, finalmente divisaron la casita colorida de Mei entre los árboles.

La chinita corrió emocionada hacia su hogar mientras Pancho la despedía con alegría desde lejos. Al llegar a salvo a casa, Mei se volvió hacia Pancho con gratitud en sus ojitos brillantes:- ¡Muchísimas gracias por ayudarme! Nunca olvidaré todo lo que me enseñaste hoy.

Pancho sonrió orgulloso y respondió: "Recuerda siempre que incluso cuando te sientas perdida, hay amigos dispuestos a tenderte una pata para guiarte de vuelta al camino".

Desde ese día, Mei valoró aún más la importancia de estar atenta y ser paciente en sus travesías por el bosque. Y cada vez que veía una mariposa revoloteando cerca recordaba la valiosa lección aprendida junto al sabio conejito Pancho.

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