El Sabio del Parque



Había una vez un chico alto con pelo largo y rulos negros llamado Tomás. Vivía en una casa grande con su familia, pero últimamente se había peleado mucho con ellos.

Todo parecía salir mal para Tomás, no tenía amigos en la escuela y la relación con su familia empeoraba cada día más. Un día, mientras caminaba por el parque, encontró a un anciano sentado en un banco.

El anciano tenía una sonrisa amable y le preguntó a Tomás qué le pasaba. "Estoy muy triste porque me peleé con mi familia", respondió Tomás. El anciano escuchó atentamente y luego le dijo: "A veces las peleas ocurren cuando no sabemos cómo comunicarnos adecuadamente.

¿Has intentado hablar tranquilamente con ellos?"Tomás se quedó pensativo por un momento. No había intentando hablar pacíficamente antes, siempre discutía y gritaba. Decidió seguir el consejo del anciano y al llegar a casa buscó a sus padres para conversar de manera calmada.

Les explicó cómo se había sentido últimamente e incluso les pidió perdón por los malos momentos que les había hecho pasar.

Para su sorpresa, sus padres también habían estado preocupados por él y estaban dispuestos a trabajar juntos para mejorar la situación familiar. Tomás empezó a hacer pequeños cambios en su actitud diaria, como ayudar en las tareas del hogar o simplemente decir —"gracias"  o "por favor".

Poco a poco fue recuperando la confianza de sus padres y hermanos. Además de eso, gracias al consejo del anciano del parque, Tomás aprendió la importancia de hablar tranquilamente y escuchar a los demás.

Con el tiempo, eso lo ayudó a hacer amigos en la escuela y mejorar su relación con todos. Tomás se dio cuenta de que las peleas no eran la solución, sino el diálogo y la comprensión mutua. Y así, vivió feliz junto a su familia, sabiendo que siempre habría alguien dispuesto a escucharlo.

FIN.

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