El Sabio del Universo



Había una vez un niño llamado Iván, que siempre había estado fascinado por el universo y las estrellas. Cada noche, observaba el cielo desde su ventana y soñaba con explorar los planetas lejanos algún día.

Un día, mientras paseaba por el parque, se encontró con un anciano sabio que estaba sentado en un banco. El anciano estaba rodeado de libros y tenía una mirada profunda en sus ojos. "Hola joven", dijo el anciano sonriendo.

"¿Qué te trae por aquí?""Estoy buscando respuestas sobre el universo", respondió Iván emocionado. El anciano asintió con la cabeza y abrió uno de los libros que tenía a su lado. "Te contaré un secreto", dijo en voz baja.

"El universo es como una gran ecuación matemática. Si aprendes a entender las matemáticas, podrás descifrar sus secretos". Iván quedó perplejo ante las palabras del anciano. Él nunca había sido bueno en matemáticas y siempre las había encontrado aburridas.

"Pero yo no entiendo nada de matemáticas", confesó Iván con tristeza. "No te preocupes joven amigo", dijo el sabio sonriendo amablemente. "Te enseñaré todo lo que necesitas saber".

Durante semanas enteras, Iván se reunió todos los días con el sabio para aprender sobre matemáticas y astronomía. Al principio fue difícil para él entender todas estas fórmulas complicadas pero poco a poco comenzaron a tener sentido para él.

Finalmente llegó la noche más esperada: la noche en que tendrían su primera sesión de observación estelar. Iván estaba emocionado y nervioso al mismo tiempo. "Mira a través del telescopio", dijo el anciano señalando hacia el cielo nocturno.

Iván puso su ojo en el telescopio y se quedó sin aliento cuando vio la luna de cerca por primera vez. Era como si pudiera tocarla con la mano. "¿Ves esa constelación allí?", preguntó el sabio señalando otra parte del cielo.

Iván asintió con la cabeza y observó las estrellas brillantes que formaban una figura extraña. "Esa es la constelación de Orión", explicó el sabio. "Y si unimos las estrellas, podemos trazar una línea recta que nos llevará a una galaxia lejana".

Iván comprendió entonces lo que significaba todo lo que había estado aprendiendo sobre matemáticas: era como si fuera un mapa para explorar los secretos del universo. Después de aquella noche, Iván se convirtió en un ávido astrónomo aficionado.

Observaba las estrellas todas las noches y buscaba nuevas constelaciones en su telescopio. Y aunque todavía tenía mucho que aprender, sabía que siempre podría contar con su amigo sabio para guiarlo por el camino correcto.

Así fue como Iván descubrió su amor por las matemáticas gracias a su pasión por explorar los misterios del universo. Y nunca olvidaría lo importante que eran estas dos cosas juntas para poder entender mejor nuestro mundo y cómo funciona todo en él.

FIN.

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