El sabor de la bondad


Momo era una niña muy hermosa y curiosa. Le encantaba descubrir nuevas cosas y vivir aventuras emocionantes. Sin embargo, tenía un hábito peculiar: le gustaba morder.

Mordía todo lo que encontraba a su paso y también mordía a los demás niños. Un día, mientras jugaba en el parque, llegó un niño llamado Tomás. Era un niño pequeño de cabellos dorados y siempre llevaba una sonrisa en su rostro.

Pero lo que hacía especial a Tomás era que sabía a limón. Al principio, Momo no podía creerlo. ¿Cómo alguien podía tener sabor a limón? Eso despertó aún más su curiosidad y decidió acercarse a él. "¡Hola! Soy Momo", dijo con entusiasmo.

"¡Hola! Yo soy Tomás", respondió sonriendo. Momo se sintió cautivada por la amabilidad de Tomás y decidió invitarlo a jugar junto con los demás niños del parque. Juntos corrieron, saltaron y exploraron cada rincón del lugar.

A medida que pasaban los días, Momo comenzó a darse cuenta de algo sorprendente: cuando estaba cerca de Tomás, ya no sentía la necesidad de morder. La risa contagiosa de su nuevo amigo llenaba su corazón de alegría y satisfacción.

Una tarde soleada, mientras compartían helados en el parque, Momo le preguntó curiosamente:"Tomás, ¿por qué tienes sabor a limón?"Tomás rió antes de responder:"No sé exactamente por qué tengo este sabor tan peculiar.

Pero puedo decirte que siempre trato de ser amable y respetuoso con los demás. Creo que eso hace que mi sabor sea especial". Momo quedó pensativa por un momento. Comenzó a reflexionar sobre su comportamiento y cómo sus mordiscos podían lastimar a los demás.

Decidió cambiar su actitud y aprender de Tomás. A partir de ese día, Momo se esforzó por ser más amable y comprensiva con los demás niños. Aprendió a expresar sus emociones sin lastimar a nadie.

Con el tiempo, Momo se convirtió en una niña muy querida por todos en el parque. Ya no era conocida como "la niña mordedora", sino como "la niña amable". Su transformación inspiró a otros niños a ser más considerados y respetuosos también.

Y así, gracias al encuentro con Tomás, Momo descubrió la importancia de la bondad y el respeto hacia los demás. Aprendió que las acciones pueden tener consecuencias positivas o negativas, pero depende de nosotros elegir cómo queremos ser recordados.

Desde aquel día, Momo vivió muchas aventuras junto a sus amigos del parque, siempre recordando la lección valiosa que aprendió del niño con sabor a limón: ser amables es lo que nos hace especiales y nos permite dejar una huella positiva en el mundo.

Fin

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