El sabor del amor



Oski era un cocinero muy talentoso, pero tenía un gran miedo. No era el miedo a las alturas o a los insectos, sino que tenía miedo de no ser lo suficientemente bueno en su trabajo.

Un día, Alma, la hija de Oski, cumplía años y quería tener una gran fiesta con todos sus amigos. Ella le pidió a su papá que hiciera el banquete para la ocasión.

Oski se emocionó mucho por hacer feliz a su hija, pero también estaba muy asustado por no estar a la altura del evento. Oski decidió ir al mercado para comprar todo lo que necesitaba para preparar los platos más exquisitos.

Mientras caminaba por los pasillos del mercado, se encontró con un anciano sabio que notó su preocupación y le preguntó qué le pasaba. "Estoy muy nervioso porque tengo que cocinar para la fiesta de cumpleaños de mi hija y tengo miedo de arruinar todo", respondió Oski con tristeza.

El anciano le dio una sonrisa comprensiva y le dijo: "No te preocupes tanto por el resultado final. Lo importante es poner amor en cada uno de los platillos que prepares".

Oski reflexionó sobre las palabras del anciano sabio y decidió seguir sus consejos. Comenzó a cocinar con amor e imaginando la cara feliz de su hija cuando probara cada uno de los platillos. Cuando llegó el día del cumpleaños de Alma, todo estaba listo para la gran celebración.

Los amigos y familiares llegaron al jardín donde se llevaba a cabo la fiesta mientras Oski presentaba sus platillos uno tras otro. Los invitados no podían creer lo deliciosos que eran los platillos de Oski.

Todos le pedían las recetas y felicitaban al cocinero por su gran talento. Oski se sintió muy feliz y orgulloso. Había superado su miedo gracias a la ayuda del anciano sabio y había logrado hacer feliz a su hija en su cumpleaños.

Desde ese día, Oski aprendió una lección valiosa: lo importante no es ser el mejor, sino hacer las cosas con amor y dedicación.

Y así, cada vez que cocinaba para su familia o amigos, ponía todo su corazón en cada platillo que preparaba.

FIN.

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