El sabor del secreto



Había una vez una familia que vivía en la ciudad y nunca había salido de ella. Un día, decidieron hacer un viaje a San Martín, un pequeño pueblo rodeado de montañas y naturaleza.

Al llegar, se encontraron con un lugar mágico donde la gente era muy amable y se comían los mejores platos típicos de la región. Uno de ellos era el cabrito al horno de barro, que se preparaba con mucho amor y paciencia.

La familia decidió probarlo en uno de los restaurantes más famosos del pueblo. Cuando llegó el plato a la mesa, todos quedaron maravillados por su aroma y presentación. Pero cuando lo probaron, supieron que habían encontrado algo especial.

"¡Qué delicioso está esto!"- exclamó el padre emocionado. "Nunca había probado nada igual"- dijo la madre sorprendida. "¿Cómo hacen para que quede tan tierno?"- preguntó el hijo curioso.

El dueño del restaurante se acercó a ellos sonriendo y les contó todo sobre cómo se preparaba este platillo tradicional. Les explicó que usaban leña para calentar el horno durante varias horas antes de introducir al cabrito marinado en hierbas aromáticas.

Luego lo dejaban cocinar lentamente hasta que estuviera dorado por fuera pero suave por dentro. La familia escuchaba atentamente mientras disfrutaban cada bocado. De repente, notaron algo extraño en su plato: una pequeña llave dorada estaba escondida entre las costillas del cabrito.

"¡Miren! ¡Una llave!"- exclamó el hijo asombrado. "Debe ser un regalo del restaurante"- dijo la madre emocionada.

El dueño del restaurante se acercó a ellos y les explicó que esa llave les abriría las puertas de una casona antigua que estaba abandonada en el centro del pueblo. Les aseguró que allí encontrarían algo muy valioso para sus vidas. La familia decidió seguir su consejo y buscar la casona. Al llegar, encontraron una puerta vieja con cerradura oxidada.

Usando la llave, lograron abrirla y descubrieron un jardín secreto lleno de flores salvajes y árboles frutales. En el centro del jardín había una mesa de madera tallada con un mensaje escrito: "Compartan siempre lo mejor que tienen con los demás".

La familia entendió que aquel platillo tradicional no solo era una comida exquisita, sino también un acto de generosidad y amor por parte de quienes lo preparaban.

Desde ese día, cada vez que volvían a San Martín, visitaban aquel restaurante y compartían su amor por el cabrito al horno con otros viajeros curiosos como ellos. Y siempre recordaban la lección aprendida en aquel jardín secreto: compartir lo mejor de uno mismo es lo más valioso que podemos hacer en la vida.

FIN.

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