El sabor mágico del tomate
Había una vez una niña llamada Miri, que tenía 7 años y vivía en un pequeño pueblo. Miri era una niña muy especial, con el pelo largo y rizado que siempre llevaba recogido en una coleta alta.
Tenía una nariz pequeña y unos ojos brillantes llenos de curiosidad. A pesar de ser tan adorable, había algo que hacía a Miri diferente de los demás niños: no le gustaba el tomate.
Cuando su mamá le preparaba un plato con tomate, ella lo apartaba sin siquiera probarlo. Esto preocupaba a su mamá, ya que el tomate era muy saludable y quería asegurarse de que Miri creciera fuerte.
Un día, mientras paseaban por el mercado del pueblo, Miri vio a un anciano sentado junto a un puesto de verduras. El anciano tenía arrugas en la cara y unas manos gastadas por el trabajo duro. Parecía triste y cansado.
Miri se acercó al anciano con curiosidad y le preguntó qué le pasaba. El hombre suspiró y dijo: "Querida niña, estoy aquí vendiendo mis tomates frescos pero nadie los quiere comprar. Es como si todos hubieran olvidado lo delicioso y nutritivo que pueden ser".
Miri miró los tomates rojos brillantes sobre la mesa del anciano e imaginó cómo sabrían en realidad. Decidió darles una oportunidad y compró uno para llevarlo a casa.
Esa noche, mientras su mamá preparaba la cena, Miri decidió enfrentar su miedo al tomate. Tomando valor, decidió probarlo por primera vez. Se lo llevó a la boca y para su sorpresa, ¡le encantó! El sabor jugoso y dulce del tomate llenó su paladar de alegría.
Desde ese día, Miri se convirtió en una fanática del tomate. Le pidió a su mamá que le preparara ensaladas con tomate todos los días y ella las disfrutaba como nunca antes. Pero Miri no se conformaba solo con disfrutar el tomate por sí misma.
Quería compartir esta nueva pasión con sus amigos del colegio. Así que decidió organizar un picnic especial en el parque.
Miri invitó a todos sus amigos y les dijo: "¡Vamos a descubrir juntos lo ricos que son los tomates!" Todos estaban emocionados por probar algo nuevo y aceptaron la invitación. En el picnic, Miri les mostró diferentes formas de comer tomates: ensaladas frescas, salsas caseras e incluso unos muffins salados de tomate.
Sus amigos quedaron maravillados por la variedad de sabores y texturas que podían obtener de un simple fruto. A partir de ese día, todos los niños comenzaron a apreciar más los alimentos saludables como el tomate.
Aprendieron que es importante dar oportunidades a cosas nuevas antes de juzgarlas. Miri se sintió muy feliz al ver cómo había logrado cambiar la perspectiva de sus amigos sobre el tomate. También aprendió una valiosa lección: nunca debes juzgar algo sin haberlo probado primero.
Y así, Miri siguió creciendo rodeada de amor y amistades felices gracias al poder transformador del amor por la comida saludable. Fin.
FIN.