El Salón Brillante de 2



Era un día soleado y los alumnos de 2° del colegio La Salle entraron al salón con grandes sonrisas. Pero al ver el estado del aula, sus rostros se tornaron serios. Las mochilas estaban tiradas por todos lados, papeles arrugados cubrían el suelo y ni hablar de los restos de los almuerzos de la semana.

"¿Qué pasó con nuestro salón?" - preguntó Sofía, mientras se pasaba una mano por la frente, sorprendidísima.

"No sé, pero está horrible. ¡Deberíamos hacer algo!" - dijo Tomás, mirando alrededor con desagrado.

Los chicos comenzaron una discusión sobre cómo mantenían el aula, y tras un buen rato de charlas y propuestas, llegaron a una decisión.

"Hay que hacer un plan para limpiarlo y mantenerlo ordenado" - decidió Juan, un niño con mucha energía.

"También podríamos hacer un cartel que diga: ‘El salón brillante de 2°’" - sugirió Valentina, con entusiasmo.

Así nació el Plan del Salón Brillante. Cada uno se comprometió a llevarlo a cabo. Al día siguiente, se reunieron antes de la clase.

"Primer paso: cada uno recoge su mochila y la coloca en su lugar." - ordenó Sofía.

"Me encargaré de la basura, voy a traer una bolsa grande" - dijo Tomás.

Con sus tareas asignadas, comenzaron a trabajar. Tomás fue el primero en recoger los papeles y envoltorios que había en el suelo. Valentina, mientras tanto, organizaba las mochilas por colores, y Juan decoraba el cartel con dibujos de estrellas y caritas felices.

"¡Miren cómo brilla el salón!" - exclamó Juan al finalizar su tarea. La clase miró a su alrededor y, efectivamente, el aula era un lugar más agradable.

Sin embargo, no todo fue fácil. A la semana siguiente, algunos días olvidaron sus compromisos y el aula volvió a desordenarse.

"No puede ser, el salón ya no brilla como antes" - se lamentó Sofía al entrar y ver todo desprolijo nuevamente.

"¿Qué hacemos ahora?" - preguntó Tomás, con voz de preocupación.

Tuvieron una nueva reunión y decidieron hacer algo especial. Quisieron organizar un concurso: quien mantuviera su lugar más limpio durante una semana ganaría una medalla de ‘El mejor compañero’.

"Eso va a motivar a todos! ¡Me encanta!" - dijo Valentina entusiasmada.

A medida que avanzaban los días, los chicos comenzaban a cuidar más el aula y se fue convirtiendo en un juego divertido. Se podía ver cómo todos se esforzaban por ordenarlo.

"¡Miren, la clase de música también está limpia!" - celebró Juan, al ver que sus compañeros de música habían tomado el ejemplo.

Finalmente, llegó el día de la entrega de medallas. Todos estaban reunidos frente al cartel de ‘El salón brillante de 2°’.

"El ganador es… ¡Sofía!" - anunció Juan. Todos aplaudieron entusiasmados.

"No solo por su propio lugar, sino porque motivó a otros a reciclar y mantener limpio todo el salón" - agregó Valentina.

Con el tiempo, ‘El salón brillante de 2°’ se convirtió en un ejemplo para el resto de la escuela. Todos los alumnos querían tener salones tan organizados y alegres.

"Ahora entendemos que todos somos responsables de mantener nuestro espacio limpio" - reflexionó Sofía.

"Y un lugar ordenado nos hace sentir mejor y más felices" - concluyó Tomás.

Desde aquel día, los alumnos de 2° nunca volvieron a permitir que su aula se ensuciara. Habían aprendido no solo a limpiar el lugar, sino también a trabajar en equipo, a compartir propuestas y a respetar su espacio. El salón brillaba como nunca y ellos también, llenos de orgullo por el trabajo en conjunto realizado.

FIN.

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