El Saltamontes que Quería tener Alas Bonitas



Había una vez un saltamontes llamado Tito que vivía en un verde y soleado prado. Tito era un saltamontes muy curioso, siempre saltando de aquí para allá, disfrutando de la vida y jugando con sus amigos. Sin embargo, había algo que lo preocupaba y lo hacía sentir un poco triste: él quería tener alas tan bonitas como las de una mariposa.

Un día, mientras saltaba entre las flores, vio a una hermosa mariposa llamada Lila. Sus alas eran de colores brillantes y parecían llevar los destellos del sol.

"¡Hola, Tito!" - dijo Lila, posándose justo al lado de él.

"Hola, Lila... ¡Tus alas son preciosas!" - respondió Tito con un suspiro.

"Gracias, Tito. Pero tus alas también son especiales. Son fuertes y te permiten saltar muy alto" - le dijo Lila, tratando de consolarlo.

"Pero yo quiero alas como las tuyas. Quiero volar como vos" - confesó Tito, mirando con anhelo a su amiga.

Lila lo miró y sonrió. "No tienes que ser como los demás para ser especial, Tito. ¿Por qué no me acompañas a dar un paseo y descubrir lo que de verdad te hace especial?"

Intrigado, Tito aceptó la invitación y juntos comenzaron a volar (o, en el caso de Tito, saltar) por los alrededores del prado. Visitaron un río reluciente, se adentraron en un bosque y hasta jugaron a las escondidas entre las flores.

Mientras exploraban, Tito empezó a disfrutar de sus propios talentos. "¡Tu salto es increíble!" - le dijo Lila, cuando Tito dio un salto que lo llevó a la cima de una pequeña colina.

"Pero no puedo volar como vos..." - lamentó Tito.

"Puedo enseñarte algunas acrobacias, y también tendrás la oportunidad de mostrarme tus saltos increíbles. Cada uno tiene su propio estilo, y eso es lo que nos hace únicos" - sugirió Lila.

Tito sintió que su corazón se alegraba al escuchar esas palabras. Así que comenzó a practicar con Lila todos los días; aprendió a realizar giros y saltos que desafiaban la gravedad. Pronto, Tito se convirtió en el saltamontes más ágil del prado. Todos se reunían a mirarlo cuando él saltaba como un trueno, dejando a todos boquiabiertos con sus habilidades.

Un día, mientras hacía un salto espectacular, un grupo de insectos rodeó a Tito, admirados.

"¡Guau! Tito, sos increíble, ¡hasta parecés una estrella!" - gritaron entusiasmados.

Tito se dio cuenta de algo importante. Ya no se sentía triste por no tener alas de mariposa. En cambio, estaba feliz de ser un saltamontes talentoso que podía lograr cosas que otros no podían.

Lila apareció volando y sonrió. "¿Ves, Tito? Ser tú mismo es lo más maravilloso de todo."

A partir de ese día, Tito nunca se quejó de sus alas nuevamente, y se dedicó a practicar y mostrar sus habilidades a los demás, inspirándolos a ser quienes realmente eran. Tito entendió que todos son especiales a su manera, y que lo importante es aceptarse y sentirse orgulloso de uno mismo. Y así fue como el saltamontes descubrió el verdadero valor de la amistad y la autoaceptación.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

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