El salto de Abraham
Había una vez un niño llamado Abraham, un chico muy inteligente y curioso que siempre estaba explorando nuevos lugares. Un día, mientras jugaba cerca de un acantilado, tropezó y cayó al fondo sin poder salir.
A medida que pasaban las horas, Abraham se daba cuenta de que estaba en problemas. - ¡Ayuda! ¡Alguien que me ayude! -gritaba Abraham con todas sus fuerzas, pero no había nadie cerca que pudiera escucharlo.
El sol comenzaba a caer y la noche se acercaba lentamente. Abraham sabía que debía encontrar una solución antes de que fuera demasiado tarde. Fue entonces cuando recordó algo importante: su mochila siempre estaba llena de herramientas útiles para situaciones como esta.
Con ingenio y astucia, Abraham utilizó su linterna para buscar grietas en las rocas por donde pudiera escalar. Después de varios intentos fallidos, finalmente encontró una pequeña abertura por la cual podría subir.
Con determinación, empezó a trepar poco a poco, asegurándose de no cometer ningún error. - ¡Vamos Abraham, tú puedes hacerlo! -se repetía a sí mismo mientras ascendía con cuidado.
Después de un esfuerzo titánico y con el corazón latiéndole con fuerza, logró llegar a la cima del acantilado sano y salvo. La emoción invadió su corazón al ver la luz de la luna brillando sobre él. - ¡Lo logré! ¡Lo logré! -exclamaba Abraham lleno de alegría y orgullo por haber encontrado una solución a su problema.
Desde ese día, Abraham comprendió la importancia de mantener la calma en situaciones difíciles y nunca darse por vencido. Su valentía y creatividad lo ayudaron a superar uno de los desafíos más grandes de su vida.
Y así, entre risas y lágrimas de felicidad, Abraham regresó a casa para contarle a todos su increíble aventura en el acantilado.
Desde entonces, su historia se convirtió en un ejemplo inspirador para todos los niños del pueblo, recordándoles que siempre hay una salida incluso en los momentos más oscuros. Y colorín colorado, este cuento ha terminado pero la valentía y astucia de Abraham seguirán viviendo por siempre en los corazones de aquellos que lo escucharon.
FIN.