El Salto de la Amistad
Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Esperanza, donde todos los niños eran amantes del deporte. Pasaban sus días jugando al fútbol, al básquet y a cualquier otro juego que les permitiera moverse y divertirse.
Un día, llegó al pueblo el famoso entrenador Don Ramón, quien había oído hablar de la pasión por el deporte que tenían los niños de Villa Esperanza.
Don Ramón era un hombre muy sabio y creativo, y quería enseñarles a los niños un nuevo deporte alternativo que él mismo había inventado: ¡El Saltatón! El Saltatón consistía en una carrera de obstáculos con trampolines gigantes. Los participantes debían saltar sobre ellos para superarlos y llegar a la meta.
Era un deporte desafiante pero muy divertido. Don Ramón se acercó al colegio del pueblo y propuso a los profesores organizar una lectura especial para presentarles El Saltatón a los niños.
Todos estuvieron de acuerdo y se dispusieron a planificar el evento. Llegó el día de la lectura y todos los niños estaban emocionados por conocer el nuevo deporte alternativo.
Se sentaron en círculo alrededor de Don Ramón, quien sostenía en sus manos un libro lleno de ilustraciones coloridas sobre El Saltatón. "¡Buenas tardes, chicos! Hoy les voy a contar una historia muy especial", comenzó Don Ramón con entusiasmo. "Esta es la historia de Pablo, un niño como ustedes que descubrió su pasión por el deporte".
Los ojos de los niños brillaban mientras escuchaban atentamente la historia de Pablo. Era un niño tímido y reservado, pero cuando descubrió El Saltatón, su vida cambió por completo.
"Pablo vivía en un pequeño pueblo donde todos los niños practicaban los deportes tradicionales como el fútbol y el básquet", contó Don Ramón. "Aunque le gustaba ver a sus amigos jugar, él sentía que algo le faltaba".
Los niños se miraron entre sí, intrigados por saber qué era lo que le faltaba a Pablo. "Un día, mientras paseaba por el bosque cerca de su casa, Pablo encontró un trampolín abandonado", continuó Don Ramón. "Sin pensarlo dos veces, subió al trampolín y saltó tan alto como pudo".
Los niños imaginaron a Pablo saltando en el trampolín con una gran sonrisa en su rostro. "Ese salto fue la mejor sensación que había experimentado en toda su vida.
Desde ese momento supo que había encontrado lo que le faltaba: ¡El Saltatón!", exclamó Don Ramón emocionado. Los niños se miraron entre sí con emoción e impaciencia por conocer más sobre El Saltatón.
Don Ramón siguió contando la historia de cómo Pablo construyó su propio circuito de obstáculos con trampolines en su jardín trasero y cómo invitó a sus amigos a participar en competencias divertidas. Los niños estaban fascinados con cada detalle. Al finalizar la lectura del cuento, Don Ramón propuso organizar una competencia de Saltatón para los niños del pueblo.
Todos estuvieron de acuerdo y comenzaron a trabajar juntos para construir el circuito de obstáculos. Los días pasaron rápidamente y llegó el día de la competencia.
Los niños se colocaron sus camisetas con el logo del Saltatón y estaban listos para demostrar su habilidad en el nuevo deporte alternativo. "¡Bienvenidos a la primera competencia de Saltatón!", anunció Don Ramón emocionado. "Estoy seguro de que todos ustedes serán unos grandes saltadores".
Los niños se miraron entre sí, llenos de determinación y confianza. Estaban listos para enfrentar los desafíos del circuito y disfrutar al máximo. Uno a uno, los niños fueron superando cada obstáculo con destreza y valentía.
Se animaban mutuamente, aplaudiendo y riendo mientras saltaban por los trampolines gigantes. Al finalizar la competencia, Don Ramón entregó medallas a todos los participantes como reconocimiento a su esfuerzo y dedicación. Pero lo más importante fue la amistad que se formó entre ellos durante todo el proceso.
Desde ese día, El Saltatón se convirtió en el deporte favorito de todos los niños de Villa Esperanza. Cada tarde se reunían en el jardín trasero de Pablo para practicar juntos y seguir creando nuevas historias llenas de diversión y emoción.
Y así, gracias a la participación activa de los niños en la lectura del cuento sobre El Saltatón, descubrieron un nuevo deporte alternativo que les enseñó valores como trabajo en equipo, perseverancia y amistad verdadera.
FIN.