El salto del dúo valiente



Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Caballito, vivía una niña llamada Gery. A Gery le encantaban los caballos y soñaba con tener uno propio.

Un día, mientras paseaba por el campo, escuchó un relincho que la hizo girar la cabeza. Para su sorpresa, vio a un hermoso caballo negro acercándose lentamente hacia ella. Gery se acercó cautelosamente al caballo y notó que tenía unos ojos brillantes y llenos de inteligencia.

Sin pensarlo dos veces, decidió llamarlo "Carbón", ya que su pelaje era tan oscuro como las brasas ardientes. Desde aquel momento, Carbón se convirtió en el mejor amigo de Gery.

Juntos pasaban horas explorando el campo, saltando obstáculos improvisados y disfrutando de largos paseos bajo el sol radiante. Un día, mientras Gery y Carbón estaban jugando cerca del río, escucharon un grito desesperado proveniente de la orilla opuesta. Rápidamente corrieron hacia allí para ver qué estaba sucediendo.

- ¡Ayuda! -gritaba una niña llamada Camila-. Mi gatito está atrapado en ese árbol alto y no puedo llegar hasta él. Gery miró alrededor buscando una solución cuando vio unas ramas largas pero inalcanzables para ella. Entonces tuvo una idea brillante.

- Carbón -dijo-, ¿crees que podrías ayudarnos? El caballo asintió con entusiasmo y se acercó al árbol. Con sus fuertes patas traseras, se levantó sobre sus extremidades delanteras y alcanzó las ramas más bajas.

Gery agarró una de ellas y la utilizó como escalera para trepar hasta el gatito. - ¡Lo logramos! -exclamó Camila mientras abrazaba a su querido gatito-. Gracias, Gery. Gracias, Carbón. Desde ese día, Gery y Carbón se convirtieron en héroes locales.

Ayudaban a las personas en apuros y siempre estaban dispuestos a brindar una mano (o un casco) cuando alguien lo necesitaba.

Un día, cuando Gery estaba montando a caballo con Carbón por el campo, encontraron un cartel que anunciaba una competencia de salto de obstáculos para niños. Ambos sabían que tenían que participar. Gery comenzó a entrenar arduamente junto a su fiel amigo. Saltaban cada vez más alto y mejoraban su técnica con cada intento.

A medida que se acercaba el día de la competencia, los nervios aumentaban pero también crecía la confianza en sí mismos. Finalmente llegó el gran día.

El sol brillaba sobre el recinto donde tendría lugar la competencia y había mucha gente ansiosa por ver quién sería el ganador. Gery y Carbón entraron al ruedo con determinación en sus ojos. Juntos saltaron cada obstáculo con gracia y estilo, dejando impresionados tanto al público como a los jueces.

Cuando terminó la última prueba, los aplausos resonaron fuertemente en el aire mientras todos celebraban su increíble actuación. Y así fue como Gery y Carbón se convirtieron en los campeones del concurso. Desde ese día, Gery y Carbón siguieron compartiendo aventuras juntos.

Pero lo más importante es que aprendieron el valor de la amistad y cómo trabajar en equipo puede llevarlos a alcanzar grandes logros.

Y así, Gery y su caballo negro, Carbón, vivieron felices para siempre, recordando siempre que no importa cuán oscuro sea el camino, siempre habrá una luz brillante al final del mismo si tienes un amigo a tu lado.

FIN.

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