El salto del Puercoespin



En un bosque encantado, vivía un pequeño puercoespin llamado Ramón. Desde que era muy chico, Ramón había admirado a su papá, quien poseía la habilidad de saltar muy alto. Su papá le contaba historias sobre cómo el arte de saltar había sido una reliquia familiar durante generaciones. Desde ese momento, Ramón soñó con seguir los pasos de su padre y convertirse en un gran saltador. Pero había un problema, Ramón era un puercoespin y todos sabemos que los puercoespines no son conocidos por sus habilidades para saltar. A pesar de todo, Ramón nunca perdió la esperanza y decidió que haría cualquier cosa para lograr su sueño.

Una hermosa mañana, mientras caminaba por el bosque, Ramón se encontró con Rudy, el conejo saltarín. Rudy había escuchado sobre el deseo de Ramón y decidió ayudarlo. - ¡Hola, Ramón! He oído que quieres aprender a saltar. Yo soy un experto en eso, ¡te enseñaré todo lo que sé! - dijo Rudy emocionado. Ramón, con una sonrisa en su rostro, aceptó encantado la ayuda de su nuevo amigo.

Durante semanas, Rudy entrenó a Ramón. Le enseñó a flexionar las patas, a impulsarse con fuerza y a mantener el equilibrio. Ramón no se rindió y practicó día y noche, saltando sobre troncos y rocas. Poco a poco, comenzó a mejorar. Sin embargo, un día, mientras practicaban, un grupo de animales se burló de Ramón, diciéndole que los puercoespines no estaban hechos para saltar y que era una tontería intentarlo. Eso entristeció a Ramón y comenzó a dudar de sí mismo. Rudy, al notar la tristeza de su amigo, lo animó diciéndole: - No hagas caso a lo que dicen, Ramón. Tú eres valiente y tienes la determinación necesaria para lograrlo. No dejes que las palabras de los demás te detengan.

Motivado por las palabras de su amigo, Ramón decidió enfrentar sus miedos y continuar con su entrenamiento. Día tras día, siguió saltando, ignorando las críticas y burlas. Hasta que un hermoso día, durante una competencia de saltos, Ramón demostró todo lo que había aprendido. Con un salto perfecto y elegante, dejó a todos los presentes impresionados. Los animales que se habían burlado de él, ahora lo admiraban y respetaban. Ramón se había convertido en un magnífico saltador, llevando el legado de su familia a nuevos límites.

Desde ese día, Ramón inspiró a otros animales a seguir sus sueños, recordándoles que con esfuerzo y perseverancia, todo es posible. Su salto se convirtió en una leyenda en el bosque, y la reliquia familiar cobró un nuevo significado, demostrando que el verdadero valor estaba en seguir el corazón.

FIN.

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