El sanador de la selva
que vivía en una pequeña comunidad en medio de la selva. Desde muy chico, Martin demostraba ser un niño curioso y lleno de energía, siempre dispuesto a explorar y descubrir cosas nuevas.
Un día, mientras caminaba por el bosque con su mejor amigo, Lucas, encontraron una extraña planta con hojas brillantes y flores de colores vibrantes. Sin pensarlo dos veces, decidieron llevarla al chamán del pueblo para que les explicara qué era.
El chamán los recibió con una sonrisa y les contó que se trataba de una planta medicinal muy poderosa, capaz de sanar enfermedades y aliviar dolencias.
Martin quedó fascinado por la idea de poder ayudar a su comunidad utilizando las plantas que la naturaleza les ofrecía. "¿Podríamos aprender más sobre las plantas medicinales, abuelo?", preguntó Martin emocionado. El chamán asintió con agrado y decidió enseñarles todo lo que sabía sobre las propiedades curativas de las plantas.
Martin y Lucas pasaban horas recorriendo la selva, aprendiendo a identificar cada especie y cómo utilizarlas adecuadamente. Un día, uno de los ancianos del pueblo cayó enfermo con fiebre alta y escalofríos.
Todos estaban preocupados por su salud, pero Martin recordó una planta que el chamán le había enseñado que podía ayudar en esos casos. Sin perder tiempo, corrió hacia la selva en busca de la planta milagrosa.
La encontró justo a tiempo y regresó al pueblo para preparar una infusión siguiendo las indicaciones del chamán. Todos observaban expectantes mientras Martin le daba la bebida al anciano enfermo. Al día siguiente, el anciano se despertó completamente recuperado gracias a la medicina natural de Martin.
El pueblo entero celebraba felizmente el milagro obrado por el niño indígena. Desde ese día, Martin se convirtió en el sanador oficial de su comunidad, ganándose el respeto y la admiración de todos.
Su conocimiento sobre las plantas medicinales se volvió invaluable para su gente, quienes aprendieron a valorar aún más la sabiduría ancestral transmitida por generaciones. Martin comprendió entonces que no importaba cuánto supiera o cuántas cosas pudiera lograr; lo importante era usar sus habilidades para hacer el bien y ayudar a los demás.
Y así siguió creciendo feliz entre risas y hierbas aromáticas en aquella pequeña comunidad perdida en medio de la selva.
FIN.