El Sandwich Mágico



Había una vez en un pequeño barrio de Buenos Aires, dos amigas inseparables, Sofía y Fátima. Eran conocidas por sus risas, aventuras y, sobre todo, por compartir todo, hasta sus almuerzos. Un día, Sofía llevó a la escuela un exquisito sandwich de milanesa con mayonesa, mientras que Fátima tenía uno de jamón y queso. Ambos se veían deliciosos, pero Sofía había puesto un ingrediente especial en su sandwich: "¡Es la mejor receta de mi abuela!" - decía con orgullo.

Durante el recreo, las dos se sentaron en su lugar habitual bajo un árbol frondoso. En medio de sus charlas y risas, Fátima no pudo evitar preguntar: "Sofía, ¿me dejas probar un poquito de tu sandwich?"

A lo que Sofía, con un brillo en los ojos, respondió: "¡Claro, pero solo un poquito!"

Fátima, emocionada por el sabor del sandwich, pidió más, y Sofía, sintiendo que era justo compartir, le dio otro trozo. Sin embargo, a medida que pasaba el tiempo, Fátima comenzó a comer más de lo que había planeado.

"¡Eh! ¡Eso es lo que me queda!" -exclamó Sofía, sorprendida y algo molesta.

"Pero está tan rico, Sofía... quiero más!"

Ambas comenzaron a mirarse de una manera extraña. La molestia de Sofía se convirtió rápidamente en envidia. "¡Este sandwich es mío!" -dijo Sofía, tratando de arrebatar lo que quedaba de su sandwich.

Fátima defendió su parte también, "Pero yo solo quise probarlo, Sofía. No es justo que te enojes."

Lo que comenzó como un simple gusto, se convirtió en una pelea. Atraídas por el alboroto, sus compañeros de clase se acercaron, observando cómo las chicas discutían por el último trozo de sandwich. Una de las chicas, Luz, se acercó y dijo: "Chicas, ¿no se dan cuenta de que están peleando por comida?"

Sofía y Fátima se miraron y se dieron cuenta de lo absurdo que era. Entonces, con un suspiro, Fátima dijo: "Sofía, ¿por qué no hacemos algo más divertido?"

Sofía frunció el ceño, pero luego de unos momentos de silencio, preguntó: "¿Qué tienes en mente?"

"Propongo que compartamos nuestras meriendas y que hagamos una gran fiesta!" -sugirió Fátima con alegría.

Sofía sonrió. "Eso suena genial. Pero antes, ¿podemos acordar que aunque me pidas probar, no le saques todo a mi sandwich?"

"¡Trato hecho!" -dijo Fátima con el puño levantado en señal de acuerdo.

Así, las dos, en lugar de pelear, decidieron que lo mejor era compartir sus comidas.

"¡Esto es mucho más divertido!" -gritó Sofía mientras juntaban todas sus meriendas, creando un banquete colorido.

Sus compañeros se unieron a la fiesta, trayendo consigo sus propias comidas, y pronto se formó una hermosa mesa de abundancia.

Desde ese día, las dos amigas aprendieron que, aunque a veces los sentimientos puedan desdibujarse, siempre es mejor hablarlo y encontrar una solución juntos. Además, descubrieron que compartir siempre trae más alegría que pelear.

Y así, el sandwich que había causado una pelea, se convirtió en el símbolo de su amistad renovada, recordándoles que en la unión está la fuerza y en compartir, siempre hay más que suficiente para todos.

FIN.

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