El sapito Antonio y la lección de las rosas



En un hermoso jardín vivía un sapito llamado Antonio, a quien le encantaba pasar las mañanas saltando entre las flores. Sin embargo, tenía un gran problema: odiaba las rosas.

Le parecían engreídas y molestas, así que siempre se aseguraba de mantenerse lejos de ellas. Por otro lado, su fruta favorita era la chirimoya, y en su rincón escondido del jardín guardaba un gran tesoro de estas deliciosas frutas.

Un día, por pura rebeldía, decidió saltar sobre las rosas, pensando que nada malo le sucedería. Pero el destino le tenía preparada una lección. Al dar un salto, una espina de rosa se clavó en su patita, haciéndolo llorar de dolor y arrepentimiento.

Con el corazón apesadumbrado, el sapito Antonio se acercó a un viejo rosal y le pidió perdón por su actitud. El rosal, con sabiduría, le explicó que las rosas pueden ser hermosas, pero también pueden ser protectoras y valientes, como la espina que lo había pinchado.

Antonio comprendió que las apariencias a veces pueden ser engañosas, y aprendió a valorar no solo la belleza exterior, sino también las cualidades internas de las cosas y de las personas.

Desde ese día, compartió sus chirimoyas con las rosas, y juntos formaron un rincón mágico en el jardín, donde la amistad y el respeto reinaban sobre todas las diferencias.

FIN.

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