El sapito Antonio y la lección de tolerancia



En lo más profundo de la selva vivía un simpático sapito llamado Antonio.

Antonio era diferente a los demás sapos, ya que mientras a la mayoría les encantaba el aroma de las rosas, a él le producía estornudos y cosquilleo en la nariz. En cambio, lo que más disfrutaba Antonio era comer chirimoyas y estar en el río con sus amigos.

Un día, mientras saltaba de hoja en hoja, Antonio se encontró con una rosa roja que había caído al suelo. - ¡Uy, qué olor tan fuerte! - exclamó Antonio, tapándose la nariz con sus pequeñas manos. Justo en ese momento, se le acercó Rosita, una linda mariquita que vivía en el jardín cercano.

- ¿Qué te pasa, Antonio? ¿Por qué huyes de las rosas? - preguntó curiosa Rosita. Antonio le explicó cómo el aroma de las rosas le producía molestias. - Ah, entiendo. Bueno, cada uno tiene gustos diferentes.

A mí me encanta volar entre las rosas y sentir su dulce aroma - dijo Rosita con una sonrisa. Antonio se sorprendió al escuchar la respuesta de Rosita, ya que no podría comprender cómo alguien podía disfrutar de algo que a él le resultaba tan desagradable.

Sin embargo, esa conversación hizo que Antonio reflexionara sobre la importancia de respetar las diferencias. Decidió darle una oportunidad a la rosa, y poco a poco fue acostumbrándose a su aroma.

Además, Rosita le mostró que cada ser en la naturaleza tiene su propio encanto y que la diversidad es lo que hace que el mundo sea tan interesante.

A partir de ese día, Antonio se sintió más tolerante y comprensivo, lo que le permitió disfrutar de nuevas experiencias y hacerse amigo de otros animales que, a simple vista, eran muy distintos a él.

Aprender a respetar y aceptar las diferencias fue una lección valiosa que Antonio llevó consigo para siempre, y compartió con todos sus amigos sapitos y con quienes quieran escuchar su historia.

FIN.

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