El sapito de la Laguna y el árbol mágico
Era una mañana fresca en la Laguna Verde, donde vivía un sapo llamado Tito. Tito era un sapo muy curioso y aventurero que pasaba sus días brincando entre los juncos y zambulléndose en las aguas cristalinas de su hogar. Un día, mientras exploraba un nuevo rincón de la laguna, se encontró con algo inesperado: un árbol enorme y antiguo, cuyas ramas se extendían como brazos hacia el cielo.
- ¡Guau, qué árbol más grande! - exclamó Tito, con los ojos bien abiertos.
Decidió acercarse y notó que en el tronco del árbol había una especie de puerta pequeña. Sin pensarlo dos veces, tocó la puerta con su patita.
- ¡Toc, toc! - dijo Tito emocionado.
Para su sorpresa, la puerta se abrió lentamente y apareció una pequeña hada llamada Fanny.
- ¡Hola, sapito! - saludó Fanny con una sonrisa. - Soy el hada del árbol mágico. ¿Qué te trae por aquí?
- ¡Hola! Me llamo Tito y estaba explorando. Nunca había visto un árbol tan grande en mi vida. Pensé que tal vez podría encontrar algo interesante.
Fanny lo miró con curiosidad y le dijo:
- Este árbol tiene un secreto. Dentro de él, hay un rincón que guarda comidas mágicas. Pero, ¡cuidado! Solo pueden ser descubiertas por aquellos que están dispuestos a compartir.
Tito estaba emocionado. - ¡Me encantaría conocer ese lugar! - afirmó.
Fanny sonrió y le hizo un gesto. - Solo hay un problema, Tito. Todo lo mágico necesita ser cuidado. Si llegas a tomar sin compartir, perderás la magia del árbol para siempre.
- ¡Lo prometo! - dijo Tito, con una certeza en su voz.
Entonces, Fanny lo guió hacia adentro del tronco. Tito quedó boquiabierto al ver un hermoso jardín lleno de frutas brillantes y coloridas.
- ¡Es increíble! - exclamó.
Fanny lo miró y le dijo:
- Puedes elegir lo que quieras, pero recuerda, elige pensando en tus amigos de la laguna. Ellos también necesitan disfrutar de la comida mágica.
Tito, pensando en sus amigos, decidió tomar solo una pequeña fruta de cada tipo. - Quiero compartir con todos en la Laguna Verde. ¡A ellos también les hará felices! - dijo con entusiasmo.
Fanny, que había estado observando cada movimiento, aplaudió. - ¡Esa es la verdadera magia, Tito! - sonrió.
Tito salió del árbol con una canasta llena de frutas. Estaba tan emocionado que decidió invitar a todos a una fiesta. Pronto, todos los sapos y criaturas de la laguna llegaron, atraídos por la idea de la fiesta.
- ¡Hola, amigos! - gritó Tito. - He encontrado comida mágica y quiero compartirla con todos ustedes.
Los sapos miraron la canasta de Tito y sus ojos se iluminaron. - ¡Qué sorpresa! - exclamaron. - ¡Vamos a comer!
Esa tarde fue de risas, juegos y, sobre todo, de mucha comida. Todos se unieron para disfrutar y compartir, contando historias y creando recuerdos.
- ¡Tito, sos un gran amigo! - le dijo un sapo llamado Pipo. - Gracias por compartir.
Tito sonrió, feliz de haber escogido el camino de la generosidad. No sólo había disfrutado de la comida mágica, sino que también había hecho felices a sus amigos.
Al caer la noche, Fanny apareció de nuevo. - ¡Lo hiciste muy bien, Tito! - dijo. - Como recompensa, este árbol siempre estará aquí para ti y tus amigos, mientras sigan compartiendo y cuidando de la magia.
Tito miró a sus amigos y respondió:
- Prometemos cuidar de la magia, Fanny.
Fanny sonrió y se despidió. Mientras tanto, Tito y sus amigos festejaron hasta que la luna iluminó la laguna, recordando que la verdadera magia de la vida se encuentra en la generosidad y la amistad.
FIN.