El Sapito Verde y la Luna Dorada
Érase una vez, en un pequeño charco de un bosque mágico, un sapito verde llamado Pepe. Pepe era un sapito diferente, no solo porque su piel brillaba como esmeralda, sino porque tenía un sueño: quería ver la luna dorada que, según las leyendas, aparecía una vez al año,
La noche en la que la luna dorada salía, todos los animales del bosque se preparaban para la gran fiesta. Los pájaros cantaban, las mariposas danzaban y hasta las estrellas parecían brillar más que nunca. Sin embargo, Pepe se sentía un poco triste porque, al ser un sapito, no podía alcanzar la luna.
Una noche, mientras se sentaba en una hoja grande de un nenúfar, Pepe habló con su mejor amiga, la luciérnaga Lila.
"Lila, ¿tú crees que algún día podré ver la luna dorada de cerca?"
"Claro que sí, Pepe. Pero tendrás que ser muy astuto para lograrlo".
"¿Astuto? Pero soy solo un sapito".
"Los sapitos son más ingeniosos de lo que piensan. ¡Prepárate! Te ayudaré a encontrar la forma".
Lila y Pepe empezaron a planear. Esa noche, Pepe se dispuso a reunir a todos los animales del bosque para que lo ayudaran a alcanzar la luna dorada. Convocó a la tortuga Tula, al conejo Rufi, y a cualquier otro animal dispuesto a ayudarle.
Cuando todos se juntaron, Pepe les dijo:
"Amigos, esta noche es muy especial. La luna dorada está por salir y quiero verla de cerca. Juntos, podemos lograrlo".
Las risas y los murmullos comenzaron, pero Pepe se mantuvo firme.
"Si levantamos a Tula sobre una plataforma en el tronco más alto, ella podrá hacer que yo suba y alcanzar la luna."
"¡Brillante!" respondió Rufi.
Después de mucho esfuerzo, Tula fue subida al tronco. Pero, cuando llegó el momento, Pepe se dio cuenta de que no podía subir solo. Necesitaba algo más.
"Tengo una idea. ¡El agua caliente del arroyo! Podemos calentar la tierra alrededor para hacer más fácil el ascenso".
"¡Genial!" gritó Lila.
Todos los animales corrieron hacia el arroyo cercano y trajeron agua caliente en pequeñas hojas. Con mucho trabajo, lograron calentar la tierra y hacer una pequeña rampa.
"Ahora el camino es más fácil" dijo Pepe emocionado.
"Esto es increíble, vamos que ya casi llegamos".
Finalmente, Pepe se subió a la espalda de Tula, que con su lentitud y firmeza lo llevó a la cima del tronco. Pepe miró al cielo y allí estaba, la luna dorada brillando majestuosa.
"¡Lo logramos! ¡Miren! ¡Es hermosa!" exclamó Pepe, con los ojos iluminados de felicidad.
Los animales aplaudieron, saltaban y celebraban el éxito de Pepe. Sin embargo, había algo más. Pepe notó que la luna dorada tenía un brillo especial que iluminaba el charco donde vivían.
"Amigos, gracias a todos. No hubiera podido sin ustedes. La luna dorada no solo es un sueño, es un símbolo de que cuando estamos unidos, los sueños pueden hacerse realidad".
Y así, cada año, en la noche en que la luna dorada iluminaba el charco, Pepe y sus amigos se reunían para celebrar la amistad, el esfuerzo y la magia de los sueños.
Desde entonces, Pepe no solo era un sapito verde, sino un sapito que había logrado alcanzar su sueño gracias al trabajo en equipo y la amistad, recordando siempre que, aunque a veces parezca imposible, todo es posible si se lucha por ello.
FIN.