El Sapito Viajero
Había una vez un sapito que vivía en un tranquilo estanque cerca de un bosque frondoso. Este sapito se llamaba Tito y tenía un gran sueño: ¡quería explorar el mundo! Sin embargo, había un pequeño inconveniente: Tito no sabía cómo conducir.
Un día, mientras saltaba de roca en roca, escuchó a una tortuga anciana llamada Tula que hablaba con un grupo de animales.
"¡Los mejor para explorar! Es un campo lleno de maravillas que se extiende más allá de nuestro hogar" - decía emocionada Tula.
Intrigado, Tito se acercó y preguntó:
"¿Puedo ir con ustedes? Quiero explorar el mundo también, pero no sé cómo llegar a ninguna parte."
Tula lo miró con una sonrisa amable.
"¡Claro que puedes, Tito! No necesitas saber conducir. A veces, la aventura más grande se encuentra en los amigos que hacemos y en el camino que recorremos juntos."
Tito se sintió aliviado y entusiasmado a la vez. La tortuga, aunque lenta, tenía una sabiduría que inspiraba. Así que, al día siguiente, Tito se unió a Tula y a un grupo de otros animales: una ardilla llamada Lila y un pájaro llamado Pico.
Pero no todo sería sencillo. Cuando llegaron a un gran río, Tula se detuvo.
"No puedo nadar, pero podemos construir un puente con ramas y hojas," - sugirió Lila, que siempre tenía ideas brillantes.
Juntos, comenzaron a reunir ramas y hojas mientras Tito crujía sus pequeñas patas, muy emocionado. Sin embargo, mientras trabajaban, Tito se dio cuenta de que algunas ramas eran muy pesadas.
"No voy a poder ayudar, estoy muy pequeño", - dijo Tito, desanimado.
"¡No digas eso! Todos somos importantes en un equipo. Hasta la más pequeña ayuda cuenta," - le respondió Pico.
Con ánimo renovado, Tito empezó a juntar ramitas más livianas y pronto todos estaban en armonía construyendo un excelente puente.
Una vez que terminaron, cada uno cruzó el río y llegaron a la otra orilla, llenos de alegría.
"Miren, ¡lo logramos!" - gritó Tito saltando de felicidad.
De repente, escucharon un rugido profundo. Era un cálido viento que arrastraba hojas.
"Es solo un viento fuerte, Tito. No te asustes," - respondió Tula, tratando de calmarlo.
"¡Me da miedo!" - confesó Tito.
"No tengas miedo, pequeño. Los ruidos pueden ser extraños, pero eso no significa que sean peligrosos. A veces son solo parte de la aventura," - dijo Pico.
El sapito recordó que, a menudo, los nuevos sonidos llevan mensajes y nuevas experiencias. Entendiendo esto, siguió avanzando junto a sus amigos.
Mientras caminaban, llegaron a un inmenso campo lleno de flores de todos los colores. Tito nunca había visto algo tan hermoso. Sus ojos brillaban mientras corría entre las flores.
"¡Miren! ¡Es un arcoíris!", - exclamó Tito.
"Así es. Cada color tiene su propia historia," - añadió Lila. "Los colores nos muestran la belleza de ser diferentes, igual que nosotros."
Después de un día lleno de emociones, decidieron regresar. Al cruzar el puente, Tito se sintió distinto. Había dejado de lado sus miedos y había aprendido a apreciar sus pequeños pasos.
Al llegar de nuevo al estanque, Tito se dio cuenta de que no solo había explorado el mundo, sino que también había descubierto el valor de la amistad y el trabajo en equipo.
"Gracias, amigos. No podría haber explorado sin ustedes," - dijo Tito, sonriendo a sus amigos.
"Cada aventura debe ser compartida con quienes amamos," - respondió Tula.
Tito sonrió, sabiendo que su viaje había apenas comenzado. Había muchas más aventuras esperándolo y, a partir de ese día, el sapito nunca dejaría de explorar. Siempre había un nuevo rincón que descubrir, ya fuera en el vasto mundo o dentro de su propio corazón.
Así terminó la primera gran aventura de Tito, pero sabía que habría muchas más. Y siempre estaría listo para saltar!
FIN.