El sapo agradecido
Había una vez en un pequeño pueblo de Argentina, una niña llamada Martina. Martina era muy curiosa y siempre estaba buscando aventuras.
Un día, mientras caminaba por el bosque cercano a su casa, encontró un pequeño sapito que parecía estar herido. Martina decidió llevarlo a casa para cuidarlo. Cuando llegó a su casa, Martina le preguntó a su mamá qué debía hacer para ayudar al sapito.
Su mamá le dijo que tenía que mantenerlo caliente y darle agua limpia y fresca todos los días. Martina se dedicó con mucho amor y paciencia a cuidar del sapito. Le daba de comer insectos y lo mantenía limpio y cómodo en una caja con hojas secas.
Un día, Martina se dio cuenta de que el sapito ya no estaba triste ni enfermo como cuando lo encontró. El sapito saltaba felizmente en la caja y parecía estar mucho mejor gracias al cuidado de Martina.
"Mamá, ¿crees que pueda soltar al sapito ahora?", preguntó Martina emocionada. Su mamá le explicó que todavía necesitaba asegurarse de que el sapo estuviera completamente sano antes de dejarlo ir en la naturaleza otra vez.
Martina siguió cuidando del sapo durante varios días más hasta que finalmente llegó el momento de liberarlo en el bosque donde lo había encontrado originalmente. Cuando llegaron al bosque, Martina abrió la caja con mucho cuidado y dejó salir al sapo.
Para sorpresa de ella, el sapo no saltaba hacia los arbustos inmediatamente sino que se quedó en el suelo, mirando a Martina con una expresión de gratitud. "Martina, creo que el sapito quiere decirte algo", dijo su mamá mientras observaba la escena.
Martina se acercó al sapo y le susurró: "¿Qué pasa amiguito? ¿Quieres decirme algo?"En ese momento, el sapito saltó hacia ella y empezó a besarla en la mejilla como si quisiera darle las gracias por haberlo cuidado.
"¡Mamá, mira! ¡El sapo me está besando!", exclamó Martina emocionada. Su mamá sonrió y le explicó que los animales también pueden sentir amor y gratitud cuando alguien los cuida.
Y que lo importante es siempre tratar bien a los demás seres vivos del planeta. Desde entonces, Martina se convirtió en una defensora de la naturaleza y siempre estuvo dispuesta a ayudar a cualquier animal o planta que necesitara su ayuda.
Y aunque encontró muchos desafíos en su camino, nunca dejó de creer en sí misma ni abandonar sus sueños de hacer del mundo un lugar mejor para todos.
FIN.