El Sapo Messi y el Gran Problema
En un pequeño charco en una ciudad bulliciosa, vivía un sapo llamado Messi. A Messi le encantaba saltar entre las hojas y disfrutar del sol. Sin embargo, había algo que a todos los sapos del charco les preocupaba: Messi siempre estaba fumando hojas secas, algo que no era bueno para su salud.
Un día, mientras Messi estaba en el borde del charco fumando su hoja, un grupo de sapitos se acercó.
"Messi, ¿por qué fumás? Eso no es bueno para vos!" - le dijo Clara, una sapita muy preocupada.
"Pero a mí me gusta. Me hace sentir grande y fuerte" - respondió Messi con una sonrisa, pero sus ojos no reflejaban felicidad.
"No seas tonto, Messi! Deberías saltar y jugar con nosotros, no fumar" - insistió Pedro, otro sapito.
Messi, sin querer escuchar, continuó disfrutando de su hoja. Sin embargo, mientras él seguía fumando, se dio cuenta de que los niños humanos a menudo pasaban por ahí, y algunos de ellos empezaron a reírse y a señalarlo.
"¡Miren ese sapo! Se cree especial, pero se está haciendo daño!" - exclamó uno de los niños.
Ofendido, Messi dejó caer su hoja y saltó hacia ellos:
"¡Yo no me hago daño, soy un sapo fuerte!"
Pero justo en ese momento, cayó en un pequeño charco de barro. Cuando intentó salir, sus patas estaban cubiertas y no podía moverse bien. Los otros sapitos vieron lo que pasaba y se preocuparon.
"¡Messi! ¡Ayudanos!" - gritó Clara, que saltó rápidamente hacia él.
"No! ¡Sólo soy un sapo independiente!" - replicó Messi, pero podía sentir que se estaba asfixiando con el barro.
Pedro, con mucho valor, se acercó y le dijo:
"Messi, no hay nada de malo en pedir ayuda. Todos somos sapos y necesitamos ayudarnos entre nosotros."
Messi, al escuchar esas palabras, se dio cuenta de la verdad en ellas.
"Está bien, ¡ayúdenme!" - gritó, mientras luchaba por salir.
Clara y Pedro lo empujaron y lo ayudaron a liberarse del barro. Una vez que estuvo fuera, Messi se dio cuenta de lo importante que era tener amigos que se preocuparan por él.
"Gracias, chicos. Me di cuenta de que no necesito fumar para ser fuerte. Me siento más fuerte ahora que tengo amigos" - dijo Messi con sinceridad.
Desde ese día, Messi decidió dejar de fumar y pasar más tiempo con sus amigos. Juntos saltaron y jugaron felices.
La lección fue clara: a veces, pensamos que somos fuertes solos, pero la verdadera fuerza viene de la amistad y el apoyo de quienes nos rodean.
Y así, el sapo Messi dejó de fumar hojas, disfrutando de su vida con sus amigos en el charco, creando aventuras en cada salto y aprendiendo a cuidar de sí mismo y de su salud.
Y colorín colorado, este cuento se ha terminado.
FIN.