El Sapo y la Princesa
En un mágico bosque lleno de enormes árboles que parecían tocar el cielo, se encontraba un hermoso castillo a la orilla de un lago calmo. En ese lago, vivía un sapo llamado Roco. Roco no era un sapo común, sino que era un sapo muy especial, aunque no se sentía así. Tenía la piel verde-amarillenta y unos ojos grandes y saltones. Todos los días miraba desde su charca hacia el castillo, admirando a la hermosa princesa llamada Elena, quien se asomaba a la ventana con su largo cabello dorado y su sonrisa radiante.
Roco suspiraba y se decía a sí mismo: "Nunca podré ser tan hermoso como ella. Nunca seré parte de su mundo."
Un día, durante una de sus muchas penurias, Roco decidió que debía hacer algo al respecto. "Si no puedo ser hermoso por fuera, intentaré serlo por dentro. Tal vez así, la princesa se fije en mí."
Roco comenzó a ayudar a otros pequeños animales del bosque. Llevaba comida a las ardillas, ayudaba a las ranas a cazar sus moscas, e incluso enseñaba a las tortugas a nadar. Cada día, hacía una buena acción y se sentía un poco más feliz.
Un día, la princesa Elena decidió salir a explorar el bosque. Mientras paseaba, se perdió entre los árboles gigantes.
"Ayuda, ayuda! Estoy perdida!" - gritó Elena.
Roco, que estaba cerca, decidió ir a socorrerla. Saltó de su charca y se adentró en el bosque, guiándose por los gritos de la princesa.
"No temas, princesa! Te ayudaré a regresar al castillo!" - exclamó Roco mientras se acercaba.
Elena, al ver al sapo, se sintió un poco asustada. "¿Tú? ¿Me vas a ayudar?" - dijo, algo dudosa.
"Sí, confía en mí. He ayudado a muchos en este bosque. Sé cómo salir de aquí!" - insistió Roco.
Después de un momento de vacilación, Elena decidió seguir a Roco. Mientras caminaban, el sapo le contaba sobre todas las cosas buenas que había hecho. Poco a poco, comenzó a darse cuenta de que el sapo era mucho más que su apariencia.
"Eres valiente y muy generoso, sapo. No creía que fueran capaces de ser tan amables!" - dijo la princesa.
"Es fácil ser amable cuando se hace con el corazón, princesa."
Finalmente, Roco logró llevar a Elena de vuelta al castillo. Cuando llegaron, ella se giró hacia él y sonrió: "¡Gracias Roco! Nunca pensé que un sapo tan feo podía ser tan valioso."
El sapo sintió que su corazón se llenaba de alegría. "No es la apariencia lo que importa, princesa. Son las acciones lo que realmente cuenta."
Desde aquel día, la princesa y Roco se hicieron amigos. Elena empezó a visitar el lago y pasaban tiempo juntos. Roco se dio cuenta de que su apariencia ya no le importaba. Había encontrado un amigo verdadero y eso era lo que realmente contaba.
Y así, el sapo feo y la hermosa princesa demostraron que la belleza viene de adentro. Y en el mágico bosque, su amistad floreció como los árboles gigantes que los rodeaban, recordándoles siempre que lo importante es ser amable y ayudar a los demás. Aunque Roco nunca se convirtió en un príncipe, sí se convirtió en un héroe en el corazón de Elena.
Y ellos vivieron felices, creando anécdotas y aventuras juntos por toda la tierra.
FIN.